sábado, 2 de diciembre de 2023

COLQUIRI: Historia de un pueblo minero

La historia de comienza en el municipio de Colquiri, fue creado el 3 de diciembre de 1819. Tiene una extensión de 987,93 km2. y su topografía está compuesta por una zona accidentada, con presencia de serranías y quebradas. También de áreas altiplánicas y de cordillera o montaña.

El clima es frio; su temperatura promedio anual es de 13 °C. Tiene una población aproximada de 19.620 habitantes. Limita al norte con los Municipios de Ichoca e Inquisivi, al sur con el Departamento de Oruro, al este con el departamento de Cochabamba y al oeste con el Municipio de Caracollo del departamento de Oruro. 

ACTIVIDAD ECONOMICA

Sus principales actividades económicas son la agricultura, la ganadería, y una poca actividad minera. El Centro Minero de Colquiri, se encuentra ubicado frente a la población del mismo nombre. Su superficie es de 50 hectáreas aproximadamente, ocupada mayormente por viviendas de los mineros, escuelas, canchas deportivas, tiendas y oficinas administrativas.

Es considerado como una de las poblaciones más importantes dedicadas a la explotación minera. El yacimiento tiene renombre a nivel nacional por las condiciones geomorfológicas y la abundante cantidad de materias primas como estaño, plata, zinc, wólfram, plomo, antimonio y pirita.

La mayoría de estas concesiones son nominales dependiendo de la fluctuación de los precios internacionales. Esta situación afecta por igual a los trabajadores tanto privados como estatales. Ellos tienen una larga historia sindical y se ganaron el prestigio por las luchas que enfrentaron para reivindicar sus conquistas sociales durante las últimas décadas.

TURISMO EN EL MUNICIPIO

Entre los atractivos más relevantes están, las Aguas Termales de Ajamarca, el Campamento Minero de Colquiri y otros. Las actividades turísticas que se realizan son: el turismo cultural, turismo Minero, turismo de aventura (trekking), Turismo de salud, Observación de flora y fauna, entre otras.

Richard Ilimuri

jueves, 30 de noviembre de 2023

AGUAYO: Cuna milenaria de los andes

La Cuna milenaria de los pueblos indígenas originarios que sobrevivió los tiempos. En el lenguaje aimará le llaman simplemente “awuayo” y hace siglos que es la cálida cuna de nuestros hermanos originarios de Bolivia, Perú y el norte de Argentina y Chile.

No tiene secretos; es una simple manta rectangular que las mujeres acomodan en sus espaldas y con un nudo seguro, la atan hacia adelante a la altura del corazón.

En su interior, el niño protegido acompañara a su madre en largas caminatas, a veces hasta en trabajos en la tierra.

La confección de un awuayo necesita la misma laboriosidad de una cuna de madera o de un simple escarpín. Mientras espera el nacimiento de su hijo, la madre lo tejerá en  telares milenarios y lo teñirá con colores fuertes, copiados del plumaje bicolor, blanco y negro, del alcamari, un pájaro hermoso que disfruta su libertad en una especie de ave falconiforme de la familia Falconidae que habita a lo largo de la región Andina de la puna. Será una prenda sagrada y lo usarán también como mantel para la eucaristía. Cuando el niño ya no lo necesite, lo ofrecerán como homenaje a la Pachamama , la madre tierra. En gratitud por la nueva vida y en ruego para que el niño sea feliz.

Despierta ternura observar a las mujeres en sus caminatas o largas esperas, mantener intimas conversaciones con su niño. Charlas y también reproches cuando la pequeña guagua se porta mal en su cuna. El awayo, por la ternura que despierta, es lo más parecido al nido de un colibrí. En esa cálida fortaleza,  el niño duerme feliz, acunado por el arrorró que cantan los latidos del corazón de su madre.

Muchas veces he sentido la necesidad de abrir sus pliegos, mirar los vivos ojos negros que se asoman y sentir en mis manos el calor de la ternura. Pero llevan en su genes el alerta por la hostilidad de siglos y me dirán con la mirada, ¡cuidado, no estoy solo, me está cuidando mi madre!

No pierdo la esperanza que me entiendan; solo me asomaba para volver a sentir tanto amor.


domingo, 19 de noviembre de 2023

WALLUNK’A: Columpios para celebrar la tradición agrícola del valle

 Jóvenes y solteras se suben al columpio gigante
 y dos varones tiran de las cuerdas
Este ritual, característico del valle cochabambino, está asociado con una época fértil que permitirá una relación estable, feliz y próspera, establecida bajo la protección de los ancestros. 

El columpio es el escenario en el que las nuevas relaciones de jóvenes se inician en estas festividades. La wallunk’a está acompañada de cantos típicos vallunos que no se encuentra en otros lugares.

Las tradicionales   wallunk’as son columpios gigantes que se arman cada domingo durante el mes de noviembre, luego de la fiesta de Todos Santos. 

Mujeres jóvenes y solteras se suben al columpio gigante y dos varones tiran de las cuerdas para  impulsar a la moza, que, al ritmo de la música, debe esforzarse para sacar canastas premiadas que están colgadas adelante y atrás del columpio.

Deben ser creativos, darle originalidad y expresar exactamente  la fiesta de Todos Santos, dedicadas a ese tiempo, recordando a los difuntos, a los seres queridos que se fueron y no llegar al insulto procaz, sexo y humillaciones a la mujer.

Una vez que termina Todos Santos, comienza la fiesta de las wallunk’as, es la fiesta de los jóvenes, donde se enamoran, columpian. Los columpios celebran la vida y cierran la festividad de Todos Santos, en la que se celebra la muerte.

Las wallunk’as están acompañadas por baile, coplas, comida típica, chicha kulli y amarilla, además de mucha diversión, proliferan en todo el valle cochabambino durante el mes de noviembre, sobre todo los domingos,  aunque  hay columpios hasta el mes de febrero.