No me juzgues, no es que no quiero estar contigo, sino que
necesito estar conmigo mismo, pero sé, que por mas que insistas en tratar de
comprender el afán que me embarca a la montaña, jamas podrás comprenderlo...
Es que siento en el alma ese amor por los espacios abiertos,
por tocar las piedras, la fogata y la aventura.
Necesito un lugar alejado, con agua, viento. Quiero
ensuciarme, descuidar mi aspecto, sentir el cansancio, que queme el sol mi
cara, me congele la helada y pasar frío.
Quiero ver un río, plantas, animales salvajes, flores
silvestres, nieve, hielo, barro, piedras...
Quiero sentarme y reírme con mi compañero de escalada de
pavadas, quiero extrañarte e imaginarte esperando mi regreso.
Me miento y digo que esta será la mejor salida a la montaña
que vaya a realizar en mi vida... aunque sé que en la próxima, volveré a
decirme lo mismo...y ya en el campamento... estoy feliz...bastón en mano y a
mirar la cumbre que me hipnotiza....es una paz única.
A veces siento que he nacido en épocas equivocadas, donde el
triunfo del hombre se mide en plásticos de tarjetas de crédito, donde el frío se regula con un termostato y el calor del verano no existe al prender un aire
acondicionado.
Pero cuando escalo, amor mío, me alejo de este mundo de
bocinas, de escapes venenosos, me alejo del confort, del lujo y la televisión
que idiotiza.
Yo puedo aceptar las reglas del juego, soy lo
suficientemente civilizado como para convivir en este espacio de locos, pero
déjame que me escape cada tanto.
Amo a mis botas mi arnés mi casco y cuerdas por que son el
juguete que me transporta a este gran juego en la montaña, y te pido que no
veas en ellos un instrumento de muerte, porque lo son de vida... jamas me
siento mas vivo que cuando las empuño tras una vía.
Y veras que cuando ya no pueda mas hacerlo, estaré por ahí
sentado al sol, donde me pongan las cariñosas manos de nuestros hijos o las
tuyas, y una sonrisa lejana se dibujara en mis labios resecos. No pienses que
es la vejes inevitable, sino que estaré recordando alguna salida a la montaña.
Y si me vieras abatido y solo, aburrido en mi sillón, pon en
mis manos mi arnes o mi casco mi bastón gastado, al tocarlo y rozar sus formas de
acero, me transportare en el tiempo... veras entonces que mis manos apretaran
al viejo compañero tratando de recupera esos momentos ya idos..
Quizás sea, mi amor, que hoy me voy a la montaña, para poder
atesorar esos momentos... y así poder vivir feliz... en el mañana...