A Tarija se lo conoce como la Andalucía boliviana porque conserva la herencia de la colonia española y eso se hace evidente cuando uno camina por sus calles y varios pueblos de antaño.
El departamento de Tarija esta ubicado al sur de Bolivia, limita con Argentina y Paraguay, quien visita su capital y sus pueblos coinciden en que se trata de un hermoso jardín, beneficiado por un clima templado.
Se dice que ahora en Tarija se vive el boom de la economía del país, por sus reservas gasíferas, además cuenta con tierras pródigas para la agricultura y vinos de altura, y que han ganado la fama de ser los mejores del mundo.
El eterno problema del departamento son los caminos, hay que atravesar serranías y muchos de ellos no tienen asfalto. Tarija tiene un eje troncal que une al interior con Potosí y Villazón, existe otra carretera hacia el sur hasta la localidad de Bermejo, desde Tarija también se desprende una carretera que llega hasta Yacuiba, Pocitos lado Boliviano. En la frontera con argentina.
Las fiestas como el carnaval, la Pascua Florida, fiesta de San Lorenzo, celebraciones de la Virgen de Chaguaya y San Roque, permiten disfrutar de las costumbres chapacas a plenitud a pesar de las limitaciones camineras.
DATOS
Fecha de creación: 24 de septiembre de 1831
Población: 484.249 habitantes (INE 2007)
Superficie territorial: 37. 623 km²
Provincias: 6
Clima: se caracteriza por ser más frio en la zona oeste, templada en la zona central y cálida en la zona sur. En invierno las temperaturas bajan por igual.
Hidrografía: el rio Guadalquivir es el símbolo hidrográfico, sin embargo los rio Tarija y Bermejo ofrecen riqueza piscícola, para diversa poblaciones de la zona.
Producción: en los valles se destaca la uva, también el durazno, tiene yacimientos paleontológicos y ríos para pescar.
Recursos naturales: Tarija es considerada por ser productora de vinos, por que cuenta con bodegas de renombre internacional, además de riquezas gasíferas.
Platos típicos: el saice, ají de carne, cangrejos cocidos de rio, y chirriadas.
Héroes: José Eustaquio Méndez, José María Avilés.
Texto y foto: Richard Ilimuri