Entre la neblina
de los Yungas paceños y los antiguos caminos que conectaron culturas
milenarias, el Complejo Arqueológico de Pasto Grande se levanta como uno de los
patrimonios históricos más extensos y fascinantes de Bolivia. Ubicado en el
municipio de Irupana, este sitio prehispánico —declarado Monumento Nacional y
Patrimonio Cultural— invita a viajeros, investigadores y amantes de la historia
a recorrer ciudadelas ancestrales, terrazas agrícolas monumentales y paisajes
que aún conservan un profundo valor espiritual y cultural.
Pasto Grande
ocupa aproximadamente 1.025 hectáreas en el cantón La Plazuela y está
conformado por diez antiguas ciudadelas de origen tiahuanacota, organizadas en
cuatro sectores. A su alrededor se despliega un impresionante complejo agrícola
de más de 250 hectáreas de terrazas con sistemas de riego diseñados para evitar
la erosión del suelo, además de depósitos capaces de almacenar hasta 2.000
quintales de producción, evidencia del alto nivel de planificación y
conocimiento ancestral.
El sitio fue
ocupado entre los años 483 y 1172 d.C., y posteriormente reutilizado por las
markas aymaras de Umasuyos y por el Imperio Inca durante los gobiernos de Túpac
Inca Yupanqui y Huayna Cápac, cuando se reactivó la producción agrícola,
especialmente del cultivo de la hoja de coca. En sus alrededores se conservan
cerca de veinte caminos preincaicos y estructuras habitacionales de gran
tamaño, comparables a las del Cusco, que refuerzan su importancia como nodo
estratégico y cultural.
La experiencia turística se complementa con otros espacios de alto valor simbólico, como el Inca Dormido, una imponente formación rocosa considerada un sitio místico y ritual por las comunidades de Lambate, así como otros centros arqueológicos de la región como Marcapata e Inkataca, que fortalecen el circuito cultural de Irupana.
Pasto Grande no
es solo un vestigio del pasado, sino un patrimonio vivo que conecta historia,
paisaje y espiritualidad. Su puesta en valor representa una oportunidad para el
turismo cultural sostenible en los Yungas, invitando a descubrir una Bolivia
ancestral aún poco explorada, donde cada piedra guarda la memoria de
civilizaciones que supieron convivir con la montaña y la selva.
Texto y foto: Richard Ilimuri-Internet

