viernes, 23 de agosto de 2019

El mundo necesita la Amazonía

La Amazonía, compartida por nueve países de América del Sur, es la selva tropical más grande del mundo y es una reserva vital de carbono que ralentiza el ritmo del calentamiento global.


En ella viven cerca de un millón de miembros de poblaciones indígenas y alberga alrededor de tres millones de especies de plantas y animales.

Handech Wakana Mura, otro líder indígena Mura, contó que su comunidad había resistido durante años en la zona, incluso "cuando no había acceso por carretera, cuando llegó la electricidad, cuando invadieron las tierras", dijo.


"Con cada día que pasa vemos la deforestación, las invasiones y la tala. Nos ponemos tristes porque la selva está muriendo constantemente. Sentimos el clima cambiando", lamentó.

"El mundo necesita a la selva amazónica. La necesitamos y nuestros hijos la necesitan"
 
"Daré mi última gota de sangre por esta selva"

Otros países afectados

Pero Brasil no es el único afectado por el fuego ni el único cuyo cuidado de la selva amazónica y de otras zonas forestales ha sido puesto en entredicho.

Esta semana, los incendios también están siendo noticia en otros países como Bolivia, Paraguay y Perú, donde desde hace semanas se registran focos de fuego que han consumido miles de hectáreas.

En Santa Cruz, departamento en el este de Bolivia, un incendio ha quemado más de 500.000 de hectáreas de la Chiquitanía, una zona boscosa de transición entre la Amazonía y el Chaco.

Tras sobrevolar la zona, el presidente Evo Morales reconoció la gravedad de los daños pero también defendió el "chaqueo", la práctica de los agricultores de quemar áreas de bosque para ampliar las tierras de cultivo.

Texto y foto: Internet 

viernes, 2 de agosto de 2019

Los Annunaki y los secretos del lago Titicaca

En el altiplano boliviano, a 4.000 metros de altura y casi a orillas del lago Titicaca yacen los restos pétreos de lo que continúa siendo uno de los más grandes enigmas de la historia universal, la cultura Tiahuanaco

Para algunos, la más antigua civilización del planeta; para otros, la Atlántida de Platón; para la historia oficial, la cultura que dio origen a la civilización Inca y, para Los Divulgadores, la prueba más contundente de la presencia de los Anunnaki de Zecharia Sitchin en América Latina.

En los últimos días, nuevos indicios confirman indirectamente varias de las hipótesis que hemos venido desarrollando sobre la relación entre los dioses extraterrestres conocidos como los Anunnaki y la cultura Tiahuanaco.
Hace dos semanas, el 8 de Octubre, los arqueólogos belgas del proyecto Huiñaimarka que cuenta con el apoyo del Centro de Arqueología Subacuática Andina (CASA), presentaron el resultado de los primeros dos meses de exploración subacuática: alrededor de dos mil piezas arqueológicas rescatadas de las profundidades del lago Titicaca. Entre los
objetos rescatados por la misión belga se encuentran huesos, piedras preciosas, cerámicas con representaciones de felinos, piezas de plata, más de 31 fragmentos de oro laminado, y un timón y un ancla pertenecientes a una embarcación prehispánica. Dos de las piezas de cerámica encontradas por la expedición Huiñaimarka. Si bien han existido varias misiones de exploración subacuática en el lago Titicaca, el proyecto Huiñaimarka es la primera misión de excavación subacuática. Este proyecto durará hasta el año 2016 y su objetivo principal es investigar una serie de emplazamientos costeros precolombinos, principalmente de la cultura Tiahuanaco.

Algunas de las piezas han sido datadas hacia el periodo incaico, otras hacia el periodo preincaico y unas pocas hacia el año 500 de nuestra era. Según el director del proyecto, el arqueólogo belga Christophe Delaere, estas son las primeras piezas de oro encontradas en el lago Titicaca: “Encontramos importante material arqueológico formativo, propio de culturas del Tiahuanaco, Inca, y además material del siglo XIX y del siglo XX. Es decir que tenemos aquí 2.000 a 2.500 años de historia. Estas son las primeras piezas de oro que hemos encontrado. También un timón y un ancla que serían de un bote prehispánico.” La versión oficial es que varias de las piezas encontradas son ofrendas que los antiguos pobladores de la cultura Tiahuanaco lanzaron al lago Titicaca, el cual consideraban sagrado. Siguiendo con la versión oficial, estas piezas muestran que antes de la llegada de los españoles, existía un gran intercambio cultural y comercial entre las civilizaciones de la región. Estas ideas han sido invocadas por historiadores y arqueólogos, apenas se tuvo noticias del hallazgo. Lo interesante es que en este descubrimiento existen varios detalles que apoyan indirectamente las teorías alternativas sobre el contacto entre los Anunnaki y los habitantes de la cultura Tiahuanaco. Una de las piezas de oro laminado presentadas por los arqueólogos del proyecto Huiñaiwasi. El personaje representado es el señor de los báculos que aparece como motivo central del monumento denominado como la “Puerta del Sol”. Las piezas de oro laminado Para los Divulgadores, las 31 piezas de oro laminado encontradas por los arqueólogos subacuáticos del proyecto Huiñaimarka, confirman indirectamente las teorías de Zecharia Sitchin. Según Sitchin, alrededor del año 4,000 AC, Enki, uno de los lideres de las operaciones mineras de los Anunnaki en el planeta Tierra , decidió invitar a su padre el rey Anu a visitar la planta metalúrgica Anunnaki más importante del planeta: Tiahuanaco. Como parte de los preparativos para la llegada del rey Anunnaki, se decidió recubrir la mayoría de estructuras arquitectónicas de la ciudad de Tiahuanaco con láminas de oro que reflejasen la grandeza de las operaciones metalúrgicas Anunnaki. Zecharia Sitchin avanzó esta teoría basándose en los hallazgos del arqueólogo austriaco Arthur Posnasky quien encontró y fotografió pequeños agujeros redondos en varios bloques de piedra pulidos de Tiahuanaco. Según Posnansky, en algún momento de su historia, la ciudad de Tiahuanaco había estado recubierta por láminas de oro que eran sujetadas por pequeños clavos de oro que encajaban en estos orificios de la piedra. En 1943, Posnansky presentó ante la Sociedad Geográfica de La Paz un bloque de piedra extraído de Tiahuanaco que tenía cinco clavos de oro en incrustados en pequeños agujeros redondos. A pesar de que Posnasky pasó más de cuarenta años estudiando los restos arqueológicos de la cultura Tiahuanaco, hizo sorprendentes hallazgos e invirtió gran parte de su fortuna en el estudio de estas ruinas, la arqueología tradicional siempre lo ha considerado como un arqueólogo amateur. Arthur Posnasky junto a la estatua tiahuanaquense conocida como el “Monolito Bennett”. Esto, sin contar con que Posnasky fundó la Sociedad Arqueológica de Bolivia en 1930 y que su plano topográfico realizado en 1904 es aún una referencia hasta para la mismísima arqueología tradicional. El paso del tiempo parece ofrecer una revancha a Posnansky, cuyas hipótesis se van confirmando día a día, en silencio, a través de los nuevos hallazgos en el complejo arqueológico de Tiahuanaco. Si bien Posnansky logró encontrar estos pequeños clavos de oro, Tiahuanaco no es un lugar donde se haya encontrado demasiado oro y, menos aún, en forma de láminas. Uno de los primeros arqueólogos en realizar excavaciones oficiales en Tiahuanaco fue el norteamericano Wendell Bennet (1905-1953) quien obtuvo permiso del gobierno boliviano para realizar 10 fosas de excavación alrededor del año 1930. Desde ese entonces, solo se han encontrado unas pocas piezas de oro en la zona durante los años 70. Estas han sido altamente valoradas por el gobierno y los arqueólogos bolivianos. Por esta razón, las 31 piezas de oro laminado recuperadas de las profundidades del lago Titicaca abren nuevos horizontes en nuestra percepción del Perú antiguo ya que confirmarían que la cultura Tiahuanaco había desarrollado técnicas para trabajar el oro. Por otro lado, como bien afirma el director del proyecto de excavación subacuática, Christophe Delaere, esta es la primera vez que se recuperan piezas de oro de las profundidades del lago Titicaca. Una de la piezas de oro laminado encontradas por el proyecto “Huiñaimarka”. Para el arqueólogo boliviano Marcial Medina Huanca, quien dirige el proyecto Huiñaiwasi en el lado boliviano, los adornos e iconografías que presentan las láminas de oro pertenecen definitivamente a la cultura Tiahuanaco. No podemos descartar la posibilidad de que algunas de estas piezas de oro laminado hayan sido realizadas por otras culturas de la región pero si este fuera el caso aún seguirían siendo un indicio importante del conocimiento de la técnicas necesarias para laminar el oro. Es decir, la teoría de Zecharia Sitchin sobre los Anunnaki que instalaron una planta metalúrgica en Tiahuanaco y que, alguna vez, recubrieron la ciudad con láminas de oro, tiene una nueva evidencia que aunque no es directa y definitiva se une a otras evidencias que muestran que la historia del Perú antiguo necesita una revisión. ¿Embarcaciones Anunnaki? Para Arthur Posnansky, la ciudad de Tiahuanaco fue la cuna de la cultura americana ya que fue construida en plena era glacial antediluviana, alrededor del año 15,000 AC. Posnasky basó sus hipótesis en una serie de hallazgos y cálculos arqueo-astronómicos que explicaremos en un artículo dedicado exclusivamente a la polémica aún existente sobre la antigüedad de la cultura Tiahuanaco. Una de las hipótesis más importantes de Posnansky es que cuando Tiahuanaco fue construida, alrededor del 15,000 AC, el lago Titicaca llegaba hasta los límites de la ciudad. Es decir, Tiahuanaco habría sido construida en las orillas de lago Titicaca y las extrañas estructuras que se encuentran hoy desperdigadas en el complejo arqueológico de Puma Punku formaban parte del muelle de la ciudad. La estructura catalogada como la “Puerta del Sol” con el motivo central del Sr. de los Báculos. Posnansky elaboró esta teoría basándose en hallazgos de esqueletos humanos muy cerca a restos de peces y especialmente cerca a fósiles de plantas acuáticas que solamente crecen en las profundidades del lago. A simple vista, la teoría de Posnansky no tiene sentido puesto que, hoy en día, los restos de la cultura Tiahuanaco están a 22 kilómetros de distancia del lago Titicaca. Sin embargo, Posnansky sostenía que los habitantes de Tiahuanaco enfrentaron varios cataclismos que, inicialmente, elevaron el nivel de las aguas del lago pero que luego produjeron una lenta disminución del nivel del mismo. Este fenómeno sería el que provocó que las ruinas de Tiahuanaco se encuentren actualmente a una distancia considerable del lago Titicaca. El hallazgo de un timón y un ancla que, en un primer análisis de los arqueólogos del proyecto Huiñawasi, pertenecen a una embarcación prehispánica, podría otorgar nuevas luces sobre las teorías de Posnasky. Si estas dos piezas son identificadas como pertenecientes a la cultura Tiahuanaco se podrían abrir nuevas perspectivas y visiones sobre la verdadera historia del origen de la civilización en el Perú. Si el lago Titicaca estuvo conectado con el océano Pacifico a través de un río navegable o algún estrecho de agua, como sostiene Posnansky, esto podría ayudar a responder a una de las interrogantes más importantes que enfrenta la teoría de los Anunnaki. Hace más de quince mil años, el lago Titicaca podría haber estado conectado, a través de ríos navegables, con el océano Pacífico e incluso con el Atlántico. Los Anunnaki llegaron a nuestro planeta en naves espaciales, aprovechando las oportunidades en las que la órbita de su planeta Nibiru se acercaba a la Tierra. Es decir, no tenían la tecnología o el combustible necesario para realizar viajes demasiado largos en nuestra galaxia o para desperdiciar combustible en desplazamientos de un lado a otro del planeta. Es lógico imaginar entonces que las naves Anunnaki solo se utilizaban para viajes de exploración espacial y, probablemente, para transportar la maquinaria y el personal necesarios para la etapa inicial de colonización planetaria. Una vez establecido el nuevo asentamiento Anunnaki en un planeta determinado, el desplazamiento al interior del mismo se realizaba empleando los medios que ofrecía el planeta, en nuestro caso mares, ríos y lagos. El lugar dónde se erigió Tiahuanaco podría haber sido descubierto durante por pequeños grupos de exploradores Anunnakis que habrían cruzado el planeta por vía marítima en busca de los lugares más indicados para establecer sus operaciones mineras. La gran migración de los Anunnaki y sus seguidores africanos y sumerios desde el mediterráneo hacia las costas mexicanas, dónde probablemente habrían tenido contacto con los olmecas y mayas, y luego hacia costas peruanas se podría haber realizado en embarcaciones construidas con materiales terrestres. Arriba, el presidente boliviano Evo Morales apreciando las piezas presentadas por los arqueólogos del proyecto Huiñaiwasi. Abajo, el jefe del proyecto, el arqueólogo belga Christophe Delaere. El transporte marítimo les podría haber ofrecido valiosas ventajas como: la posibilidad de explorar el fondo marino en busca de minerales durante las largas travesías y la facilidad de transportar una gran cantidad de mano de obra, Anunnaki y humana. Secretos sumergidos en el lago El proyecto Huiñaimarca es el primer esfuerzo por realizar excavaciones subacuáticas en el lago Titicaca pero no es el primero en realizar exploraciones subacuáticas. En 1966, un grupo de buzos argentinos liderados por Ramón Avellaneda encontró un camino empedrado de unos 30 metros de longitud, siete edificaciones de unos cinco metros de ancho y diez de largo en forma de U con la parte abierta señalando hacia el centro del lago y veintidós muros paralelos . El descubrimiento fue realizado a siete metros de profundidad cerca a Puerto Acosta, un pueblo boliviano a orillas del lago, ubicado cerca a la frontera con el Perú. Pocos años después, inspirado por la historia de los buzos argentinos, el explorador francés Jacques Cousteau aprovechó uno de los viajes de su famoso navío “Calypso” para atracar en el puerto de Mollendo y transportarse en tren hasta las alturas bolivianas con el fin de realizar una serie de exploraciones subacuáticas. El resultado de estas exploraciones quedó plasmado en el documental “La leyenda del lago Titicaca” en el que el equipo de Cousteau fracasa en su intento de filmar las estructuras sumergidas y decide dedicarse a recoger peces muertos. Collage de imágenes del documental “La leyenda del lago Titicaca” del famoso explorador francés Jacques Costeau. Hugo Boero Rojo, el reconocido académico boliviano estudioso de las culturas precolombinas, anunció en 1980 que había encontrado restos arqueológicos de estructuras arquitectónicas sumergidos a quince metros de profundidad en el lago Titicaca. El hallazgo fue realizado en el mismo lugar en el que los buzos argentinos encontraron las construcciones en forma de U, cerca de Puerto Acosta. Meses después, Boero Rojo declaró sobre el tema en una conferencia de prensa: “Ahora podemos afirmar que la existencia de construcciones precolombinas debajo de las aguas del lago Titicaca no es una mera suposición o ciencia ficción sino un hecho real…los restos hallados muestran la existencia de antiguas civilizaciones que anteceden grandemente a la colonización española. Hemos encontrado templos construidos de inmensos bloques de piedra con caminos de piedra que llevan a lugares desconocidos y peldaños de escaleras cuyas bases se pierden en las profundidades del lago entre una tupida vegetación de algas.” Años después, en el 2004, el grupo italiano de exploración científica Akakor realizó tres expediciones de exploración subacuática en el lago Titicaca (Atahuallpa 2000, Titicaca 2002 y Tiwanaku 2004) con el fin de sustentar su teoría, la cual sostiene que hacia miles de años el lago tenía una altura menor a la actual. Una de las piezas arqueológicas encontradas por la expedición “Tiwanaku 2004″. (Imagen cortesía de la Sociedad de Exploración Científica Akakor.) En la primera expedición de la sociedad Akakor, “Atahuallpa 2000”, se encontró a trece metros de profundidad restos de una construcción preincaica, terrazas de cultivo, ruinas de lo que habría sido un muro de contención, un camino de piedra, restos de un centro ceremonial y varias piedras talladas. Durante la segunda expedición, “Titicaca 2002”, se encontraron más restos de estructuras preincaicas. Los hallazgos más significativos sucedieron durante la tercera misión denominada “Tiwanaku 2004”. El resultado de la tercera expedición de Akakor a las profundidades del lago dio como resultado 30 horas de filmación, 2,000 fotografías digitales subacuáticas y hallazgos interesantes como varias piezas de cerámica, un ídolo de oro de sesenta centímetros , un muro de contención y otras estructuras arquitectónicas. Imagen del ídolo de oro de más de treinta kilos de peso filmada por las cámaras de los robots de exploración submarina de la expedición “Tiwanaku 2004″. (Imagen cortesía de la Sociedad de Exploración Científica Akakor) Los buzos de la expedición “Tiwanaku 2004” lograron sumergirse hasta setenta metros de profundidad sin equipos fotográficos o de filmación. Los buzos solo fueron capaces de transportar los equipos de filmación y fotografía hasta 50 metros de profundidad. Sin embargo, la misión contaba con robots subacuáticos que lograron tomar fotografías y registrar imágenes en movimiento a 120 metros de profundidad. Los arqueólogos de la sociedad Akakor fotografiaron el ídolo de oro a setenta metros de profundidad y no lo pudieron extraer debido a su peso calculado en más de treinta kilos. Un detalle que ha pasado casi desapercibido pero que cabe destacar es que no se conoce el destino final de varios de los objetos rescatados por la expedición, como la cabeza de piedra que se aprecia en la foto de abajo. Una cabeza de piedra, casi del mismo tamaño que la cabeza del monolito Bennet, siendo extraída de las profundidades del lago Titicaca por un buzo de la sociedad Akakor. (Imagen cortesía de la Sociedad de Exploración Científica Akakor) La teoría que las tres expediciones subacuáticas de la sociedad Akakor trataron de probar es que hace cinco mil años, alrededor del 3,000 AC, la isla del Sol era una península unida a tierra firme y no una isla como lo es ahora. Ahora, en el 2013, la expedición Huiñaimarca no solo ha encontrado las piezas arqueológicas mencionadas sino que según Christophe Delaere, director del proyecto, se han encontrado muros domésticos. Como vemos, uno de los factores comunes desde la expedición de Jacques Costeau hasta la expedición Huiñaimarca es el hallazgo de estructuras arquitectónicas Pero, ¿Cómo es que estas estructuras han quedado sumergidas? El problema es que la existencia de estas estructuras subacuáticas presenta una contradicción evidente. Si como dicen Posnasky y otros investigadores, el lago era originalmente más grande y se ha reducido de tamaño progresivamente en los últimos miles de años, entonces ¿Cómo es que existen estructuras sumergidas bajo sus aguas?. El lago, al reducir su tamaño, debería dejar al descubierto las bases de los muelles de la ciudad o restos de embarcaciones pero no deberíamos encontrar construcciones como caminos o templos bajo sus aguas. Una de las construcciones sumergidas encontradas por la expedición “Tiwanaku 2004″. (Imagen cortesía de la Sociedad de Exploración Científica Akakor) Rasgando la superficie del misterio Anunnaki en Tiahuanaco Si bien Posnasky sostenía que la región de Tiahuanaco sufrió varios cataclismos que, en un principio, elevaron el nivel de las aguas del lago y que luego produjeron una lenta disminución del nivel del mismo, esto no termina de encajar puesto que si realmente Tiahuanaco hubiera sido construido a las orillas del lago Titicaca deberíamos haber encontrado algunos restos de construcciones entre los límites de lo que actualmente se conoce como el complejo arqueológico de Tiahuanaco y las orillas actuales del lago. Hasta el momento no se ha encontrado nada significativo que apunte en esta dirección. El mismo director de la expedición “Huiñaimarca”, Christophe Delaere, declaró hace unos días que sus investigaciones indican que “hay casi 600 kilómetros cuadrados del territorio de la cultura Tiahuanaco dentro del agua”. Es más, el ídolo de 30 kilos de peso fotografiado por la sociedad Akakor a setenta metros de profundidad cerca de la isla de Sol no tendría que ser necesariamente una ofrenda sino que podría haber sido parte de un templo que ahora se encuentra sumergido. Una de las explicaciones para estos muros, templos, y caminos de piedra encontrados por la diferentes expediciones subacuáticas realizadas en el lago es que estas estructuras fueron construidas antes que el lago se formara o cuando el lago era más pequeño. Varios bloques de piedra de Tiahuanaco a inicios del siglo XX. Los bloques de piedra fueron encontrados desperdigados por la meseta. Lo disposición de las piedras que vemos ahora en Tiahuanaco no refleja el ordenamiento original de las mismas y parece ser, en muchos casos, un simple arreglo ornamental. (Imagen cortesía Museo Brooklyn) La arqueología oficial sostiene que Tiahuanaco fue construida alrededor del año 1,500 AC. Este cálculo se basa en análisis de carbono catorce realizados a la materia orgánica encontrada cerca a las construcciones de piedra. Lo cierto es que el carbono catorce no puede datar la antigüedad de la piedra y menos aún determinar cuando es que esta fue tallada o modificada. Esta fecha para el desarrollo de la cultura Tiahuanaco falla al tratar de explicar los continuos descubrimientos de ruinas sumergidas bajo el agua del lago. Los Divulgadores proponemos, como Arthur Posnansky, Graham Hancock y otros investigadores, que las estructuras de Tiahuanaco fueron erigidas alrededor del 15,000 AC., esto será motivo de una próxima entrega. La teoría que sostiene que Tiahuanaco tiene, al menos, 17,000 años de antigüedad puede explicar de manera más consistente la existencia de estructuras sumergidas en las aguas del lago. Revisemos esta teoría. Si las estructuras sumergidas pertenecían a la cultura Tiahuanaco y fueron construidas, al igual que los monumentos que vemos hoy en día en la meseta, antes de lo que conocemos como el diluvio universal, alrededor del 15,000 AC entonces la explicación es muy simple. La expedición científica francesa a Tiahuanaco de 1903 en plena excavación. Se puede apreciar como los restos se encuentran a casi dos metros bajo tierra. (Imagen cortesía Museo Brooklyn) Este gran diluvio amplió el lago Titicaca e inundó totalmente la ciudad de Tiahuanaco. Algunas partes de la ciudad, aquellas más sólidas como la llamada “Puerta del Sol” sobrevivieron al diluvio y otras más endebles se desplomaron y quedaron sumergidas bajo el agua. Estas estructuras que quedaron sumergidas podrían ser las construcciones que han sido observadas por las expediciones subacuáticas. Hay que recordar que cuando se descubrió la “Puerta del Sol”, esta yacía quebrada en el piso de la meseta. Necesariamente, la región tuvo que haber sufrido el azote de un fenómeno natural con la fuerza necesaria para lograr quebrar y tumbar al pesado bloque de piedra. El diluvio podría haber provocado desplazamientos violentos de grandes cantidades de agua con la fuerza necesaria para arrasar con la ciudad. Cabe destacar que uno de los detalles más intrigantes que encierran los restos de la cultura Tiahuanaco es que la mayoría de objetos y estructuras encontrados en esta región estaban originalmente cubiertos por casi dos metros de tierra o lodo. La pregunta es simple, ¿Cómo es que los restos de una civilización que se desarrolló a casi 4,000 metros de altura quedan cubiertos por casi dos metros de tierra o lodo? La respuesta podría ser la misma: porque una gran masa de agua inundó el lugar y creó una gran capa de lodo alrededor de las estructuras que no se desplomaron. Finalmente, dos metros de elevación no son demasiados para la cantidad de agua que podría generar un fuerte diluvio de semanas o meses. Las costas de Puerto Acosta y los alrededores de la Isla del Sol son los lugares donde la mayoría de expediciones subacuáticas han reportado la existencia de estructuras sumergidas. Ambos lugares están ubicados a más de setenta kilómetros de Tiahuanaco. En el mapa de arriba podemos apreciar los dos lugares dónde la mayoría de expediciones han reportado la existencia de ruinas sumergidas: uno es la costa cercana a Puerto Acosta y el otro es los alrededores de la isla del Sol. Ambos lugares están a más de setenta kilómetros de distancia de Tiahuanaco. Esta distancia indicaría que las estructuras subacuáticas que se encuentran en estos dos lugares eran una parte de la ciudad de Tiahuanaco que no estaba necesariamente unida a las estructuras que conocemos ya que, probablemente, tenía otras funciones. Esto significaría que estructuras como el llamado, quizás erróneamente pues para Sitchin es un observatorio astronómico, palacio de Kalasasaya; el bloque de piedra bautizado casi arbitrariamente como “la Puerta del Sol”, el templete semi subterráneo, la pirámide de Akapana y el complejo de Puma Punku habrían sido erigidas previamente a este diluvio que terminó cubriéndolas con casi dos metros de lodo y sumergió en las profundidades del lago las construcciones tiahuanaquenses que se encontraban cerca a Puerto Acosta y a la isla del Sol. El diluvio podría haber sumergido los rastros más significativos de la presencia Anunnaki y podría haber dejado en pie solamente los monumentos y estatuas más grandes que son los que han llegado hasta nuestros tiempos. Luego del diluvio el agua del lago habría quedado casi estancada gracias a la geografía de la región y se habría reducido progresivamente a lo largo de miles de años. Según el investigador boliviano Hugo Boero Rojo, alrededor del 12, 000 AC, los lagos Titicaca y Poopó estaban unidos por un estrecho de agua. Si realmente las estructuras de Tiahuanaco y Puma Punku fueron construidas hace miles de años, antes del diluvio universal, esto ayudaría a responder una de los enigmas relacionados a la cultura Tiahuanaco: ¿por qué alguien decidiría construir una ciudad en un lugar con un clima tan difícil como el de la meseta de Tiahuanaco? Una primera respuesta podría ser que los Anunnaki escogieron el lugar por su estratégica ubicación y por su potencial metalúrgico. Pero un clima como el que actualmente tiene el lago Titicaca podría obstaculizar seriamente cualquier tipo de actividad de explotación minera. Las investigaciones de Boero Rojo aportan un dato importante para entender porque los Anunnaki podrían haber escogido este lugar. Según el investigador boliviano, alrededor del 12,000 AC antes del diluvio universal, el lago Titicaca habría estaba unido al lago que ahora se conoce como Poopó (ver mapa de arriba). En ese entonces, la región del lago Titicaca habría tenido un microclima privilegiado, muy diferente al actual, que podría haber favorecido el desarrollo de culturas durante cientos de años. Un buen ejemplo de lo que fue este microclima es el que se puede experimentar actualmente en la isla del Sol cuyo clima es templado y agradable a diferencia del que presenta la mayoría de la meseta de Tiahuanaco. Viracocha y el mito de origen inca en el lago Titicaca podrían ser la particular interpretación de los habitantes de Tiahuanaco sobre su intercambio cultural con los extraterrestres Anunnaki. Para finalizar hay que aclarar que los objetos presentados en la primera semana de Octubre por la expedición belga fueron encontrados a escasos siete metros de profundidad. Imaginémonos lo que podría encontrarse a veinte o treinta metros de profundidad bajo las aguas del lago Titicaca. En este caso, no diríamos que paso a paso sino que “metro a metro” se viene rescatando el pasado sumergido de la verdadera civilización Tiahuanaco y las esquivas huellas de la presencia Anunnaki en el altiplano peruano boliviano.



Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

lunes, 15 de julio de 2019

Churubamba: El Barrio donde nació La Paz

Plaza Alonso de Mendosa y Evaristo Vale
Históricamente, el primer registro que se vincula con Chuquiago aparece con nitidez, al poco tiempo de haberse consumado el acontecimiento pavoroso de Cajamarca conocido como el “retorno de los dioses de los ojos azules”; en efecto, a la muerte del inca, el nuevo amo del Perú – Francisco Pizarro destacó al Kollasuyo el año 1534, a dos de los capitanes más audaces de su escolta: eran los capitanes Diego de Agüero y Pedro Martínez de Moguer. Ambos comisionados tenían encargo de conocer “de visu” la Isla del Sol y al mismo tiempo el mentado cañón de Chuquiago (1).

La provincia del Marqués - pergamino rubricado en el Cusco era precisa: los emisarios debían establecer, tanto en las islas como en el case-río de Chuquiago, la verdad concerniente a los tesoros sobre los cuales, con entusiasmo le habían hablado a Pizarro el mismo Atahuallpa, poco antes de su inmolación. Una vez cumplido su objetivo, la pareja de soldados retornó a la Gobernación, llevando cada uno, en la grupa de su caballo talegos de arena proveniente de una yacimiento que otrora, había sido explotado por orden de Wayna Kapac. Los talegos en manos de Pizarro, decantaron muchas onzas de oro (2).

Posteriormente aparecieron en la barranca unos venerables burgaleses. El prior de ellos era Francisco de los Ángeles Morales. “Había llegado al reino del Perú el año 1532, recorriendo el altiplano hacia 1536, en compañía de Francisco de la Cruz Alcócer y Francisco Laroca, organizando misiones y levantando toscas capillas de barro”. Curiosamente estos tres misioneros tenían por nombre:
“Francisco”.

Y dado que los tres “Franciscos” se hallaban empeñados en formar un centro de adoctrinamiento en el Pueblo Nuevo, se esmeraron en levantar en provecho del burgo en gestación un “plano” que fue puesto a disposición de don Pedro de la Gasca, a comienzos de 1548. Lo que no se sabe es qué suerte pudo correr semejante “carta” de ingeniería. una vez que estuvo entre los papeles del pacificador del Perú.

En agosto de 1540, asentados como estaba algunos peninsulares lavadores de oro, se hizo presente en Chuquiago Francisco Pizarro en persona. Francisco por la gracia del valle y sus bondades –abundante oro, agua cristalina, buen maíz y mejor forraje para los caballos. Pizarro llegó con su ordenanza, un tal Picado que era su escribiente. Lo acompañaban algunos capitanes, como Pedro de Valdivia y Rodrigo Zamudio. Durante su estadía el conquistador del Perú firmó un par de despachos privilegiados, la adjudicación a perpetuidad de los placeres de Chuquiaguillo y La Merced, en beneficio de su hermano Gonzalo, por una parte y por otra, la conquista de Chile por don Pedro de Valdivia, el fundador de la ciudad de Santiago el Mapuche (3). Ocioso resultaría pensar que tan eminentes personajes no se hubiesen alojado en uno de los tambos de Churubamba.

“El pueblo español – sugiere José María Arguedas – llegó para fecundar el Nuevo Mundo, no sólo para conquistador” (4). El pensamiento del ilustre peruano se complementa con el criterio del mexicano Octavio Paz, cuando dice: “la diferencia con las colonias sajonas es radical. Nueva España conoció muchos horrores, pero por lo menos ignoró el más grave de todos: negarle un sitio, así fuere el último en la escala social, a los hombres que la componían” (5). Lo dicho se aplica con exactitud a la Nueva castilla o sea, al Perú. Y, además, nos hace ver como España encontró en el Descubrimiento de América no únicamente la expansión del “mercantilismo” a secas, sino que implementó, en aquel acontecimiento estelar de la Humanidad, un esquema que fue capaz de concretar un objetivo: la cristianización de las tierras descubiertas y conquistadas del Nuevo Mundo.

Bajo este presupuesto tan español de la época, al promediar el mismo siglo XVI en Churubamba -casas de barro y paja brava, recostadas en las vertientes de un río cargado de oro, en medio de huertos de maíz y patatas, otro castellano, el capitán Alonso de Mendoza paseando la bandera de la Corona, asistido de un clérigo con el breviario de Santo Toribio, en la mano y escoltado por soldados de a caballo y lanzas en ristre, e inclusive, con la benévola asistencia de los caciques del lugar fundó la ciudad Nuestra Señora de La Paz, “tres días después del 20 de octubre de 1548, en que se firmó el acta oficial en el altiplano, dentro de la iglesia de Laja”(6).

Hay historiadores que no ven en el suceso anterior sino un acto informal una solemnidad provisional, en el entendido de que Alonso de Mendoza y la treintena de españoles que formaban su comitiva “se la tenían guardada a la ciudad en ciernes en el lomo de sus cabalgaduras”. Es que el fundador ibérico confiaba, hasta el último, en el hallazgo de otro “paisaje” más acorde con su leal saber y entender para, de esa manera, cumplir con su cometido, ajustándose, además, a los puntos que contenía el pliego expedido por el gran pacificador del Perú, el licenciado don Pedro de la Gasca.

La fundación de las ciudades del Alto Perú, lo mismo que la de otras similares en las Indias, ha obedecido a ciertos modelos estratégicos ya establecido por la vieja experiencia de Occidente: se ha inspirado en fundaciones que los conquistadores romanos hicieron en tiempos del Imperio. “Los españoles -hace notar Gustavo Adolfo Otero- al igual que los conquistadores romanos edificaban sus urbes donde existían fundados caseríos indígenas” (7). Lo cual explica por qué La Paz –una villa de molde castellano- se ha instituido en base a un Chuquiago aymara, una milenaria ciudad enraizada en los Andes, en un tinglado donde comienza el sistema amazónico del Altiplano.

La Paz, como el Cusco, sigue en el sitio donde el hombre americano primitivo la fundó. ¿Por qué no la cambiaron de lugar los conquistadores?, se pregunta el investigador (8). En su búsqueda los peninsulares se detuvieron en los contornos del lago Sagrado, descendieron a los valles y a las orillas de los ríos, y ninguno de esos parajes pudo colmar su expectativa. Viacha, Guaqui, Tiahuanaco y Yunguyo, fueron descartados. Unos por muy desolados y otros, en la arisca meseta, por demasiado frío, sin embargo, a la pretérita e importante Chuquiago la eligieron entre múltiples torrentes, sobre el terreno más difícil, “teniendo hacia el sur esas formaciones de greda tan estériles, que en los tiempos de la conquista debieron ser contempladas con supersticioso terror” (9). Y de este modo, se quedaron en la benigna barranca en aquella aldea de oro que le pintara el inca en Cajamarca, era una joya encofrada dentro de un paisaje que hierve montañas a la vista del Illimani.

Con referencia a las “capitulares” de la fundación, Julio Díaz Arguedas nos hace una advertencia: “este último documento –expresa el historiador al ocuparse del acta labrada en la hoya de Chuquiago puede ser considerado (sic) como la verdadera fundación de la ciudad de La Paz, porque fue redactada sobre un terreno elegido. . . ya que fue en esta fecha (23 de octubre) en que los fundadores recorrieron la quebrada y no hallando otro sitio mejor que la planicie de Churupampa y campo de caracoles, iniciaron aquí el acto solemne de la fundación, con la concurrencia de los caciques indios de la localidad” (10).

El mentado pliego era fruto de los poderes que la Gasca recibió de manos de Carlos V, en la Villa de Venelo, dos años antes de la fundación. Y en virtud de ellos, el mandatario de S.M. le otorgaba a Alonso de Mendoza las facultades más amplias y discrecionales, en una gama de asuntos a cual más variados. Entre tales asuntos se contaba, por ejemplo, el de “dictar ordenanzas que os pareciere necesarias al servicios de Dios Nuestro Padres y Señor y al servicio de nuestro bien y para el sosiego de las dichas provincias y de los dichos habitantes”. Además el pacificador insistía, de “motuproprio”, en su irrenunciable afán de amparar a los indígenas de la zona y evitarles por lo tanto, los penosos viajes que éstos hacían,  a Arequipa, ora a la Plata, centro donde residían sus amos o “encomenderos”.

Y tal propósito del buen clérigo fue, no cabe la menor duda, uno de los factores principales que determinaron para la creación española de la Villa de La Paz.

Otro motivo celosamente puntualizado por el Pacificador, era el de implementar en Chuquiago un sólido bastión que protegiera al mineral de Potosí, esto, es creando un poblado de categoría, más o menos cercano al Cerro, previendo los casos de riesgo que, eventualmente, pudiera confrontar el enorme emporio de plata.

Texto y foto: Internet Richard Ilimuri