El sitio arqueológico de Samaipata ha sido investigado ya en los siglos XVIII y XIX por los científicos Tadeo Haenke y Alcide d’Orbigny. Posteriormente Erland Nordenskiöld, Leo Pucher y Hermann Trimborn. En 1951 el gobierno boliviano lo declaró Monumento Nacional.
En 1974, por iniciativa de Carlos Ponce S., se funda el Centro de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata que cuenta con un museo importante, y se inician la limpieza del cerro esculpido y las primeras excavaciones.
Desde 1992 se
llevó a cabo el Proyecto de Investigaciones Arqueológicas de Samaipata
(P.I.A.S.) con un equipo internacional, cuyas excavaciones pusieron
al descubierto más de 50 edificaciones en una zona de 30-40 hectáreas.
En 1998 la UNESCO
declaró al sitio Patrimonio Cultural de la Humanidad. Es considerado la mayor
obra de “arquitectura rupestre” del mundo.
Los hallazgos han permitido reconocer el siguiente cuadro cronológico de los asentamientos en Samaipata: Fase pre-Inka, Inka I, Inka II (los dos períodos incaicos separados por una invasión de los chiriguanos). El museo arqueológico de Samaipata presenta artefactos de diferentes tradiciones de los valles, aparte de la cultura Inka.
La tradición popular
ha denominado a la zona como «El Fuerte», lo que se remonta al uso de los Inka
y los españoles. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que ya
existían asentamientos preincaicos, las que continuaron hasta la Colonia. Se
supone que los Inka erigieron allí un importante centro religioso y
administrativo.
La tradición
popular ha denominado a la zona como «El Fuerte», lo que se remonta al uso de
los Inka y los españoles. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que
ya existían asentamientos preincaicos, las que continuaron hasta la Colonia. Se
supone que los Inka erigieron allí un importante centro religioso y
administrativo.
Este centro se caracteriza por una gran plaza bordeada de edificios importantes como la kallanka: Se ubica en el pequeño valle al sur de la roca, separado de ésta por un sistema de terrazas. La kallanka de Samaipata es un edificio de 68 m de largo y 16 m de ancho con 8 puertas. Las interpretaciones sobre su función giran desde un uso como cuartel militar hasta otros para fines rituales o de ceremonias públicas en general.
En las dos plataformas elevadas al lado oeste
de la gran plaza se encuentran una cantidad de edificios de proporciones
medianas. En el montículo más al oeste así como en varios lugares al este de
todo el complejo fueron excavadas varias construcciones interpretadas como las
residencias del personal administrativo del centro incaico.
Muchos visitantes
del lugar han especulado sobre la finalidad de la chinkana, un profundo hueco
cavado en la roca más al sureste de la plaza. Una explicación razonable podría
ser que se trataba de un pozo de agua para todo el complejo.
El cerro
esculpido
Este monumento
único en el mundo andino tiene una dimensión de aprox. 300 m, con 50 m de
ancho, y está situada en dirección de este a oeste. Presenta una gran cantidad
de elementos como depresiones artificiales, canales para libaciones (uso
ritual) y de desagüe, esculturas zoomorfas, nichos trapezoides y terrazas. La
ilustración (modelo tridimensional) da una impresión de estas obras
escultóricas que cubren toda la cima de la roca y sus lados.
Mencionamos aquí
solamente algunos pocos elementos notables. En la parte oeste se encuentran dos
esculturas de felinos (pumas). Los primeros investigadores notaron aún más
figuras en este lugar, incluyendo una serpiente enroscada y un ñandú.
Más al este,
sobre el lado inclinado de la roca, corre un sistema de canales y rombos en dos
filas, que comunica con recipientes profundos y con un muro de nichos que
traversa la roca. Este sistema de grabados ha sido comparado con piezas
incaicas, líticas o de madera, con un recipiente globular y canales en forma de
rombos (pacha), supuestamente usadas en ritos incaicos.
Cerro esculpido
de Samaipata, canal y cadena de rombos grabados. Foto: Archivo SIARB. (Esta
foto fue tomada en los años 1980, cuando los visitantes podían acercarse a los
grabados e inclusive pisaban la roca esculpida, práctica que actualmente está
prohibida.)
En el punto más alto de la cima se halla un gran círculo cavado en la roca que Leo Pucher llamó «Coro de los Sacerdotes». El borde del círculo contiene 18 rebajas a modo de asientos. En el centro existen 9 asientos intercalados por 9 pequeñas hornacinas. No se conoce la finalidad de esta estructura especial.
Respecto a los grandes nichos tallados en la roca, Meyers sugiere que en ellas estaban expuestas las momias estatuas de los dioses de los Inka para que se les rinda culto. Formarían parte de una especie de templos cerrados o abiertos, cuyos restos de muros de piedra se pueden apreciar todavía en algunas partes. Además, encontramos en la superficie de la roca depresiones y canales de desagüe.
Dos muros cruzan
el cerro esculpido, uno tiene la forma de una L con nichos en los dos lados. Es
uno de los indicios más claros que había diferentes fases de utilización del
cerro y distintos conceptos, ya que está puesto encima de otros grabados.
La protección y conservación de este monumento es difícil considerando la fragilidad de la roca arenisca. Una evaluación crítica de posibles tratamientos de la roca esculpida se publicó en el Boletín Nº 14 (2000) de la SIARB.
En el pasado, los visitantes pisaron las
esculturas y contribuyeron a su destrucción, razón por la cual se ha delimitado
el recorrido de los turistas a una pasarela que bordea la roca. Desde el
mirador al oeste, se tiene una vista excelente del sitio.