lunes, 29 de agosto de 2016

Rurrenabaque, un pequeño villorrio y puerto de viajeros provenientes de la región de Mosetenes y Apolobamba,

Un hombre acarrea hojas de palma para el techo de su casa
Rurrenabaque antes de la llegada de los Españoles, estuvo habitada por pueblos selváticos y étnicos Arawak, como los tacanas y araonas que se agruparon numerosamente para enfrentar a los pueblos de tierras altas, quienes se adentraron hasta esa región para intercambiar productos como plumas y cueros para su vestimenta, madera y plantas medicinales.

A partir de 1560 entran en la región, religiosos jesuitas, carmelitas y franciscanos, para evangelizar, mientras los españoles ingresaron en son de conquista, encontrando un clima y una región muy adversa, enfrentando a los indios que los atacaban defendiendo su territorio que veían avasallado.

La actividad misional provocó cambios en la organización social y productiva de los pueblos indígenas. Los nuevos conceptos religiosos se mezclaron con las creencias locales, dando lugar a un sincretismo religioso. La introducción del ganado vacuno creó una nueva dinámica productiva, basada en la agricultura, la pecuaria y la extracción de los recursos naturales. Las misiones se convirtieron en centros de abastecimiento de alimentos, que llegaban a comercializarse con otras regiones.

Rurrenabaque, en 1810, era un pequeño villorio y puerto de descanso donde los viajeros provenientes de la región de Mosetenes y Apolobamba, eran rescatadores de la cáscara de quina, convertido en importantísimo producto medicinal de explotación, en la mitad del siglo XIX.

Se menciona al Padre Giovani Gianelli como fundador de Rurrenabaque, un 2 de Febrero, cuando se celebra a la Virgen de la Candelaria, como Patrona del pueblo, con el nombre de La Cruz; al no existir documentación sobre la fecha de fundación hasta entonces, quedó la tradición de conmemorar cada 2 de Febrero esta festividad.

La fecha documentada como fundación de Rurrenabaque, es el 15 de noviembre de 1844 que se consigna en el Decreto Ley del 17 de Noviembre de 1844, emitido por el Presidente Gral. José Ballivián, que cita “…cambiar el nombre de Rurrenabaque por el de Ciudad Ballivián y erigirse como capital del nuevo departamento del Beni.” Sin embargo, este decreto no se cumplió por diversos motivos, como la falta de comunicación entre pueblos.

Balseros en la fiesta de Rurrenabaque
El auge de la goma, por el año 1880, aceleró un proceso de colonización y movimiento económico, siendo Rurrenabaque, un importante puerto de embarque de la producción gomera, de alimentos y transporte masivo de mano de obra para las barracas y gomales, y tránsito ineludible de embarcaciones provenientes de La Paz, rumbo a los centros de la goma y castaña. Finalizado este auge, se asentaron en Rurrenabaque migrantes de otros países, atraídos por el florecimiento económico, el comercio de la goma, la quina y luego el oro.

Desde 1995, Rurrenabaque es capital y gobierno municipal de la 4ta. Sección de la provincia Gral. José Ballivián, y hoy, continúa siendo un nudo de transporte, comercio y producción, sumados a la floreciente actividad del turismo productivo.

Sus manifestaciones culturales rememoraban las antiguas tradiciones de los grupos tacanas en cuanto a danzas, vestimenta y costumbres, que con chicha fermentada y comidas de cacería, se extendía por varios días.

El día de la fiesta del pueblo, la actividad principal era conmemorar a la Mamita de la Candelaria, quien recibía la visita de toda la gente que en romería llegaba hasta su altar para manifestar agradecimiento por las bendiciones recibidas.

Con el transcurrir de los años, las costumbres fueron cambiando y se fueron formando nuevas agrupaciones, con nuevas danzas, instrumentos y vestimentas durante la festividad de la población; surgiendo así, los puli pulis, macheteros, callahuayas, zampoñeros y las mamas, que acompañaban la “procesión” de la Santísima Virgen de la Candelaria, Patrona del pueblo, cuya imagen era llevada por las pocas calles culminando con la Santa Misa, como un motivo de saludo y bendición a sus 1500 habitantes. Después, se realizaba el jocheo de toros, la carrera de caballos, de “sortija”, de callapos y de canoas, motivando la presencia de todos los pobladores.

Texto y foto: La Palabra del Beni - Richard Ilimuri - El Deber