lunes, 15 de julio de 2019

Churubamba: El Barrio donde nació La Paz

Plaza Alonso de Mendosa y Evaristo Vale
Históricamente, el primer registro que se vincula con Chuquiago aparece con nitidez, al poco tiempo de haberse consumado el acontecimiento pavoroso de Cajamarca conocido como el “retorno de los dioses de los ojos azules”; en efecto, a la muerte del inca, el nuevo amo del Perú – Francisco Pizarro destacó al Kollasuyo el año 1534, a dos de los capitanes más audaces de su escolta: eran los capitanes Diego de Agüero y Pedro Martínez de Moguer. Ambos comisionados tenían encargo de conocer “de visu” la Isla del Sol y al mismo tiempo el mentado cañón de Chuquiago (1).

La provincia del Marqués - pergamino rubricado en el Cusco era precisa: los emisarios debían establecer, tanto en las islas como en el case-río de Chuquiago, la verdad concerniente a los tesoros sobre los cuales, con entusiasmo le habían hablado a Pizarro el mismo Atahuallpa, poco antes de su inmolación. Una vez cumplido su objetivo, la pareja de soldados retornó a la Gobernación, llevando cada uno, en la grupa de su caballo talegos de arena proveniente de una yacimiento que otrora, había sido explotado por orden de Wayna Kapac. Los talegos en manos de Pizarro, decantaron muchas onzas de oro (2).

Posteriormente aparecieron en la barranca unos venerables burgaleses. El prior de ellos era Francisco de los Ángeles Morales. “Había llegado al reino del Perú el año 1532, recorriendo el altiplano hacia 1536, en compañía de Francisco de la Cruz Alcócer y Francisco Laroca, organizando misiones y levantando toscas capillas de barro”. Curiosamente estos tres misioneros tenían por nombre:
“Francisco”.

Y dado que los tres “Franciscos” se hallaban empeñados en formar un centro de adoctrinamiento en el Pueblo Nuevo, se esmeraron en levantar en provecho del burgo en gestación un “plano” que fue puesto a disposición de don Pedro de la Gasca, a comienzos de 1548. Lo que no se sabe es qué suerte pudo correr semejante “carta” de ingeniería. una vez que estuvo entre los papeles del pacificador del Perú.

En agosto de 1540, asentados como estaba algunos peninsulares lavadores de oro, se hizo presente en Chuquiago Francisco Pizarro en persona. Francisco por la gracia del valle y sus bondades –abundante oro, agua cristalina, buen maíz y mejor forraje para los caballos. Pizarro llegó con su ordenanza, un tal Picado que era su escribiente. Lo acompañaban algunos capitanes, como Pedro de Valdivia y Rodrigo Zamudio. Durante su estadía el conquistador del Perú firmó un par de despachos privilegiados, la adjudicación a perpetuidad de los placeres de Chuquiaguillo y La Merced, en beneficio de su hermano Gonzalo, por una parte y por otra, la conquista de Chile por don Pedro de Valdivia, el fundador de la ciudad de Santiago el Mapuche (3). Ocioso resultaría pensar que tan eminentes personajes no se hubiesen alojado en uno de los tambos de Churubamba.

“El pueblo español – sugiere José María Arguedas – llegó para fecundar el Nuevo Mundo, no sólo para conquistador” (4). El pensamiento del ilustre peruano se complementa con el criterio del mexicano Octavio Paz, cuando dice: “la diferencia con las colonias sajonas es radical. Nueva España conoció muchos horrores, pero por lo menos ignoró el más grave de todos: negarle un sitio, así fuere el último en la escala social, a los hombres que la componían” (5). Lo dicho se aplica con exactitud a la Nueva castilla o sea, al Perú. Y, además, nos hace ver como España encontró en el Descubrimiento de América no únicamente la expansión del “mercantilismo” a secas, sino que implementó, en aquel acontecimiento estelar de la Humanidad, un esquema que fue capaz de concretar un objetivo: la cristianización de las tierras descubiertas y conquistadas del Nuevo Mundo.

Bajo este presupuesto tan español de la época, al promediar el mismo siglo XVI en Churubamba -casas de barro y paja brava, recostadas en las vertientes de un río cargado de oro, en medio de huertos de maíz y patatas, otro castellano, el capitán Alonso de Mendoza paseando la bandera de la Corona, asistido de un clérigo con el breviario de Santo Toribio, en la mano y escoltado por soldados de a caballo y lanzas en ristre, e inclusive, con la benévola asistencia de los caciques del lugar fundó la ciudad Nuestra Señora de La Paz, “tres días después del 20 de octubre de 1548, en que se firmó el acta oficial en el altiplano, dentro de la iglesia de Laja”(6).

Hay historiadores que no ven en el suceso anterior sino un acto informal una solemnidad provisional, en el entendido de que Alonso de Mendoza y la treintena de españoles que formaban su comitiva “se la tenían guardada a la ciudad en ciernes en el lomo de sus cabalgaduras”. Es que el fundador ibérico confiaba, hasta el último, en el hallazgo de otro “paisaje” más acorde con su leal saber y entender para, de esa manera, cumplir con su cometido, ajustándose, además, a los puntos que contenía el pliego expedido por el gran pacificador del Perú, el licenciado don Pedro de la Gasca.

La fundación de las ciudades del Alto Perú, lo mismo que la de otras similares en las Indias, ha obedecido a ciertos modelos estratégicos ya establecido por la vieja experiencia de Occidente: se ha inspirado en fundaciones que los conquistadores romanos hicieron en tiempos del Imperio. “Los españoles -hace notar Gustavo Adolfo Otero- al igual que los conquistadores romanos edificaban sus urbes donde existían fundados caseríos indígenas” (7). Lo cual explica por qué La Paz –una villa de molde castellano- se ha instituido en base a un Chuquiago aymara, una milenaria ciudad enraizada en los Andes, en un tinglado donde comienza el sistema amazónico del Altiplano.

La Paz, como el Cusco, sigue en el sitio donde el hombre americano primitivo la fundó. ¿Por qué no la cambiaron de lugar los conquistadores?, se pregunta el investigador (8). En su búsqueda los peninsulares se detuvieron en los contornos del lago Sagrado, descendieron a los valles y a las orillas de los ríos, y ninguno de esos parajes pudo colmar su expectativa. Viacha, Guaqui, Tiahuanaco y Yunguyo, fueron descartados. Unos por muy desolados y otros, en la arisca meseta, por demasiado frío, sin embargo, a la pretérita e importante Chuquiago la eligieron entre múltiples torrentes, sobre el terreno más difícil, “teniendo hacia el sur esas formaciones de greda tan estériles, que en los tiempos de la conquista debieron ser contempladas con supersticioso terror” (9). Y de este modo, se quedaron en la benigna barranca en aquella aldea de oro que le pintara el inca en Cajamarca, era una joya encofrada dentro de un paisaje que hierve montañas a la vista del Illimani.

Con referencia a las “capitulares” de la fundación, Julio Díaz Arguedas nos hace una advertencia: “este último documento –expresa el historiador al ocuparse del acta labrada en la hoya de Chuquiago puede ser considerado (sic) como la verdadera fundación de la ciudad de La Paz, porque fue redactada sobre un terreno elegido. . . ya que fue en esta fecha (23 de octubre) en que los fundadores recorrieron la quebrada y no hallando otro sitio mejor que la planicie de Churupampa y campo de caracoles, iniciaron aquí el acto solemne de la fundación, con la concurrencia de los caciques indios de la localidad” (10).

El mentado pliego era fruto de los poderes que la Gasca recibió de manos de Carlos V, en la Villa de Venelo, dos años antes de la fundación. Y en virtud de ellos, el mandatario de S.M. le otorgaba a Alonso de Mendoza las facultades más amplias y discrecionales, en una gama de asuntos a cual más variados. Entre tales asuntos se contaba, por ejemplo, el de “dictar ordenanzas que os pareciere necesarias al servicios de Dios Nuestro Padres y Señor y al servicio de nuestro bien y para el sosiego de las dichas provincias y de los dichos habitantes”. Además el pacificador insistía, de “motuproprio”, en su irrenunciable afán de amparar a los indígenas de la zona y evitarles por lo tanto, los penosos viajes que éstos hacían,  a Arequipa, ora a la Plata, centro donde residían sus amos o “encomenderos”.

Y tal propósito del buen clérigo fue, no cabe la menor duda, uno de los factores principales que determinaron para la creación española de la Villa de La Paz.

Otro motivo celosamente puntualizado por el Pacificador, era el de implementar en Chuquiago un sólido bastión que protegiera al mineral de Potosí, esto, es creando un poblado de categoría, más o menos cercano al Cerro, previendo los casos de riesgo que, eventualmente, pudiera confrontar el enorme emporio de plata.

Texto y foto: Internet Richard Ilimuri

martes, 8 de enero de 2019

Tuira Kayapo: Cuando las mujeres toman las riendas de su destino

Tuira Kayapo, madre guerrera
Tuira Kayapo, una madre y guerrera indígena que se mostró al mundo en 1989 en Altamira Brasil; declarando a las empresas  y sus construcciones de las represas de río, como un acto ´terrorista y de guerra´ para la amazonía.

El mundo la conoció en 1989 en el encuentro Altamira de Brasil contra la construcción de represas en el río Xingu (amazonas brasilero). Apareció en la sala con sus pinturas de guerra, desnuda con un gran y filoso machete. Se acercó al presidente de la compañía eléctrica de Brasil, Petrobras, y puso el filo del machete en su mejilla, proclamando que su pueblo y toda la Amazonía lo considerarían como un acto terrorista y de guerra.

A continuación indicó: - "Usted es un mentiroso. Nosotros no necesitamos la electricidad. La electricidad no nos va a proporcionar nuestra comida. Necesitamos que nuestros ríos fluyan libremente, pues nuestro futuro y el de toda la humanidad depende de ello. Necesitamos nuestras selvas intactas para poder recolectar nuestro alimento. No necesitamos su represa!".

Se despidió diciendo:

Mi apellido: ofendida
Mi nombre: humillada
Mi estado: rebelde
Mi edad: la edad de piedra


Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

lunes, 7 de enero de 2019

Alvaro Garcia Linera

Álvaro García Linera
Álvaro García Linera, en su condición de élite predominante omnipotente, se mantuvo muy arraigado con las costumbres de sus ancestros coloniales. De manera que nunca jamás le gustó el idioma indio. Esta posición es notoria y está presente en todas sus actividades políticas. Desde el bastión estatal piensa diferente y escribe con tintas de oropeles y falsos brillos sobre el proceso de cambio.

Recuerdo, que los primeros años lo llevé al lugar inhóspito y yermo para que presencie los solemnes cabildos clandestinos y conspirativos. En esos actos de vital importancia para el Movimiento Indio, Álvaro García Linera era el único lunar en medio de la indiada, que no hablaba nuestro idioma Aymara. Pues, me sentía como estuviera cargando en mis hombros un pedante papagayo de hermosos plumajes haciendo sus gestos: escuchaba, miraba a la gente, movía los ojos, la cabeza y abría la boca, etc. Era triste ver a un foráneo que se incrustó en medio de los indianistas.

Esta situación me ha conmovido y sorprendido, tuve que designar al hermano Secundino Mamani (Tutukuchi) para que enseñe nuestro idioma Aymara. Resulta que García Linera se hacía recio de aprender idioma nativa. Más bien se asqueaba y se mofaba en su cara al escuchar su rudimentario español aymarizado. En aquellos tiempos el último Jacobino vivía cargado del complejo de superioridad y racialidad. No se dejaba enseñar ni entendía una orden ideal y de consciencia. Al contrario, le gustaba mandar, ordenar y dirigir a la indiada amorfa. Sí, ese era su meta y objetivo.

Álvaro García Linera nunca fue ideólogo ni pensador del brazo armado del Ejército Guerrillero Túpak Katari (EGTK-indianista), porque no hablaba ni ladraba mínimamente un idioma nativo.1 En nuestra propia concepción Aymara, es bien claro y tácito: “el idioma es pensamiento y el pensamiento es ideología”. Desde esta perspectiva, su castellano no pudo penetrar por los huesos y llegar a la médula de los Aymara, Qhiswa, Guaraníes, Chipayas, Ayoreos, Yukis, Yuracarés, Lecos, Canichanas, Chamas, Mojeños, Sirionos, Movimas, Chimanes, Chiquitanos y otras naciones originarias del antiguo Qullasuyu-Tawantinsuyu.

Por eso, el antagonismo estaba en el orden del día: tanto el indio del campo como el blanco de la ciudad. Por ejemplo, en una de esas visitas a la comunidad de Qurpaputu, Provincia Uma-Suyus, concretamente a la casa del comunario Andrés Condori Aruquipa, militante activo del EGTK, el famoso qhananchiri armó una polémica indeseable, por el solo hecho de que Andrés cuestionó sobre el “poncho” con los siguientes términos: “A vos q’ara no te corresponde ese ‘poncho rojo’, sácate rápido. 

Porque tú no hablas nuestro idioma Aymara, eres un gringo extranjero”. (Palabra textual). Al escuchar el término q’ara-gringo se enojó, saltó con su voz de un perro enfurecido y su semblante brutal contra Andrés. En mi condición de Mallku tuve que calmar a los dos protagonistas, el “indio” y el “blanco”. Si no hubiera estado presente en esa instancia, estoy seguro, que Andrés Condori lo hubiera botado a punta de patatas de su casa al Álvaro, por haber usurpado el vestido indio. 

Caminaba de un aspecto grotesco y estrafalario 2 y de verdad verdadera parecía un gringo turista sin respeto. Sin embargo, y muy suelto de cuerpo, García Linera declara por los medios de comunicación que él, habría llegado a las comunidades leyendo libros; es una soberana mentira. ¿Quién llega al campo leyendo libros? Sin conocer a nadie, sin saber hablar idioma nativo. ¡Nadie! Ningún extraño ¿No cierto? Es una salida genial que ha utilizado en su vida de tránsfuga y pasa-pasa.

El Vicepresidente Álvaro García Linera, en 20 años no había aprendido hablar ningún idioma originario. Estuvo desde 1985 hasta 2005 en los Ayllus Rojos. Luego, se pasó al Partido MAS-corrupto; en 13 años con el gobierno de cambio, tampoco había aprendido algún idioma nativa. El supuesto inteligente nunca pudo probar su capacidad de aprendizaje. La compañera periodista Yola Mamani Cayo, pidió que le dé “un saludo en algún idioma nativa”. El inteligente se desplomó bruscamente y no pudo responder ni siquiera un “Jallalla”. Como cualquier q’ara-blanco está disfrazado sutilmente en su politiquería barata y baja.

En conclusión, el contenido es una narración verídica sobre la participación muda y sorda de Álvaro García Linera en las filas de los Ayllus Rojos-EGTK. No es una versión cruda y lapidaria. Tampoco se trata de una ingrata calumnia infundada de un Mallku Mayor, porque no mentimos ni inventamos historias contra nuestros enemigos políticos e ideológicos.

 Por la sagrada memoria de Tupak Katari.

El actual Vicepresidente Marcelo Álvaro García Linera violó a la Carta Magna del Estado Plurinacional Articulo 5. En el parágrafo II. reza, lo siguiente: “El Gobierno plurinacional… deben utilizar al menos dos idiomas oficiales. Uno de ellos debe ser el castellano, y el otro idioma nativa”. García Linera no habla ningún idioma originaria. Es un alarde, mentiroso, sin título académico y sin libreta del servicio militar, mostrenco hasta su última consecuencia de siempre.

Este mi amigo y ex compañero Álvaro García caminaba muy alarde con un “poncho rojo” que habíamos comprado en la Calle Linares de la Ciudad de La Paz. En nuestra cultura Aymara el poncho tiene su propio significado, por eso, los comunarios saben cuándo usar el poncho. Sin embargo, era un pobre ignorante, con su sutil disfrace de poncho y ch’ullu, quería ganar militantes para su causa, igual que sus abuelos españoles.

Felipe Quispe