lunes, 26 de septiembre de 2016

Jesuco el afroboliviano dios de la saya


Jesuco Pedreros fue el caporal
 de la Saya Gran Poder de
Chicaloma durante 37 años.
Jesús. Sus padres lo bautizaron con ese nombre sin imaginar que su primogénito bailaría la saya como un Dios. Negra su piel, blanco su atuendo. Era el contraste que necesitaba para mostrar cómo cada uno de sus músculos se movía de manera autónoma apenas el golpe de las cajas comenzaba a tejer el ritmo de los afros de Bolivia.


La ceremonia comenzaba apenas levantaba el látigo y soplaba el silbato. Desde ese momento sus pies eran la vara que dirigía aquel concierto digno de cualquier selva africana. Era entonces que sus músculos cobraban autonomía, Cada uno se movía como quería, pero sin abandonar el ritmo impuesto por el retumbar de las cajas.

Nadie se atrevía a interrumpir aquel ritual. Su cabeza, sus hombros, el abdomen, piernas, rodillas, brazos… Era el alma que quería manifestar su amartelo por la tierra lejana de donde fue cruelmente arrancada.
Jesuco Pedreros fue el caporal de la Saya Gran Poder de Chicaloma durante 37 años. Hasta el momento de su llegada, el héroe afroboliviano de la Guerra del Chaco, Pedro Andaveris, había tenido ese privilegio. Los viejos integrantes de la agrupación se dieron cuenta de sus virtudes apenas éste se sumó a la agrupación. Don Pedro era un buen golpeador de cajas, razón por la que le cedió satisfecho el lugar de caporal. Es más, fue Andaveris quien le explicó su nueva función dentro del grupo.

La tarea del caporal en la antigua saya de Chicaloma no se limitaba a ser el centro de atención de los espectadores. Su actuación era fundamental para marcar el ritmo de la orquesta. Esa tarea era compartida con el ganghingo -la caja más pequeña- y la coancha o rejereje.

Jesuco llegó a la saya junto a su amigo, el ganghinguero Celso Jáuregui, en 1958. Los dos jóvenes se encargaban de marcar el ritmo para los experimentados golpeadores de la saya. Mientras Pedreros le ponía forma física al ritmo de la saya, Jáuregui tenía la misión de acercarse al percusionista que estaba fallando para darle sonido e introducirlo al pentagrama.

La ejecución de la saya es bastante compleja. Cada una de las cajas es golpeada en diferentes tiempos, los que unidos tejen el ritmo con el que bailan los afros asentados en Bolivia.

Los jóvenes de Chicaloma han heredado esa habilidad, pero los viejos extrañan la época en que se escuchaba como una verdadera orquesta. La falta de un buen tambor mayor, un ganghinguero y la ausencia de Jesuco Pedreros como caporal son vacíos difíciles de llenar.

Las voces agudas de las mujeres contrastaban con el sonido sordo que emiten las cajas al ser golpeadas. Ruth Jáuregui, una de las dos gemelas que integraban el grupo, dice que era el caporal quien les trasmitía entusiasmo y ganas de moverse.

Jesuco resistió al proceso de cambio generacional que vivió la Saya Gran Poder, pues era imposible encontrar alguien que baile mejor que él. Paseó su danza por diferentes escenarios del país: Estuvo en las famosas entradas folclóricas de Oruro y Urkupiña, además de haber visitado casi todas las festividades de las poblaciones de la región yungueña.

Tenía más de 60 años, pero su cuerpo parecía ignorar el paso del tiempo. Continuaba moviendo sus músculos con la autonomía y agilidad de siempre. Jesuco bailaba con los ojos abiertos, pero no miraba a ninguna parte. Era tal su grado de concentración que parecía fuera de sí.

Mas su corazón estaba cansado de latir al ritmo que le imponían las cajas. Tuvo un infarto en abril de 1995 que lo alejó de la saya y de la vida. Al fin y al cabo, para él ambas eran lo mismo.

Su sobrino Rolando Pedreros heredó los cascabeles de su tío, es el nuevo caporal de la Saya, aunque reconoce que está muy lejos de acercarse siquiera a la calidad con la que danzaba Jesuco.

'Nunca voy a hacerlo como lo hacía mi tío, nunca lo van hacer igual, él bailaba con calidad y talento, lo hago pero no igual ni mejor. Yo tengo más cantidad que calidad'.

'Él le ponía más emoción con ese talento que tenía en su movimiento, en las figuras que demostraba cuando bailaba, sus inclinaciones, su forma de bailar, algo hemos rescatado, pero no todo'.

Si existe el más allá, Jesuco debe seguir bailando la saya. Ángel Pérez, Pedro Andaveris y Apolinar Medina, entre otros, debieron estar esperándolo para que se integre al grupo que hizo de la saya Gran Poder de Chicaloma una verdadera orquesta.
(Blog Irupana, agosto de 2001)

Texto y foto: Guilmer Sambrana Salas - Richard Ilimuri

viernes, 23 de septiembre de 2016

El pobre niño rico

Un niño rico acomodado, acostumbrado a los lujos y lo material le preguntó a su padre.

Papá ¿Qué significa ser pobre?

El empresario, queriendo que su hijo supiera lo que es "ser pobre", lo llevó para que pasara un par de días en la montaña con una familia campesina.

Pasaron tres días y dos noches en su modesta vivienda.

En el retorno dentro el automóvil, el padre preguntó a su hijo:

- ¿ Hijo qué te pareció la experiencia?..

- ¡Buenísimo! contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.

- Y... ¿Qué aprendiste?

Insistió el padre...

El hijo contestó: nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.

Nosotros tenemos un jacuzzi y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay peces.

Que nosotros tenemos reflectores para alumbrar nuestro jardín...
mientras que ellos se alumbran con las estrellas y la luna.

Nuestro patio llega hasta la cerca y el de ellos llega al horizonte.

Nosotros compramos nuestra comida;...ellos, siembran y cosechan la de ellos.

Nosotros oímos música por el iPhone, ellos escuchan una perpetua sinfonía de golondrinas, ranas, ovejas, grillos, gallos por la mañana y otros animalitos.

Nosotros cocinamos en hornos microondas... Ellos, todo lo que comen tiene ese sabor del fogón de leña.

Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.

Nosotros vivimos conectados al Smartphone, Facebook, televisor... Ellos, en cambio, están "? 'conectados' a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.

El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo...y entonces el hijo terminó:

¡Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos! ¡Y lo rico que son ellos!

No nos equivoquemos al pensar que la riqueza esta en el dinero y lo material.
LO MATERIAL NO LO ES TODO EN ESTA VIDA... Lo más importante es disfrutar de todo aquello que ni todo el dinero del mundo podría comprar..

La humildad y la sencillez te hacen grande nunca lo olvides Dios bendiga a todos y a cada uno de todos ustedes.

Texto y foto: Richard Ilimuri

jueves, 22 de septiembre de 2016

Lavando las manos de Papá

Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final.


El director vio su Curriculum Vitae, era excelente. Y le preguntó;

– ¿Recibió alguna beca en la escuela? el joven respondió

– no.

– ¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? 


–Sí, respondió.

– ¿Dónde trabaja tu padre?

–Mi padre es agricultor. Respondió

El director pidió al joven que le mostrara sus manos.

El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.

– ¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo?

–Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.

El director dijo:

––Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana.

El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco, era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.

Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio, los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.

Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el testablo. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.

El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó;

– ¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?

El joven respondió:
– lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar el establo, Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.

El director dijo:
– Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida. Estás contratado.

REFLEXIÓN
Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una "mentalidad de tengo derecho" y siempre se pone a sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres.
Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual que el padre de ese joven.


Lo más importante es que tu hijo aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad de trabajar con los demás para hacer las cosas.

Texto y foto: Richard Ilimuri