jueves, 31 de marzo de 2016

El Bala, el alto costo socioambiental de la energía electrica

El Bala, el gobierno pretende instalar una
 represa hidroeléctrica
Un proyecto considerado prioritario por el gobierno amenaza a la Amazonía boliviana.

La mayor riqueza biológica de Bolivia se anida en las áreas protegidas Madidi y Pilón Lajas, ubicadas en la Amazonía paceña. El riesgo de un impacto negativo, como la desaparición de parte de fauna, flora y del patrimonio cultural de los indígenas chimanes, tacanas y mosetenes, habitantes de esa zona, parece inminente a causa de la inundación que producirá la construcción de una megarepresa.

La obra de inmensas proporciones pertenece al Proyecto Hidroeléctrico Angosto de El Bala, ideado en los años 50 del siglo XX y repuesto en 2007 por el actual gobierno que lo ha declarado de prioridad nacional. El objetivo es generar energía y exportarla.
Esta aspiración, basada en el potencial energético que representa situarse en la cuenca del río Beni, ha motivado, en cinco décadas,  a distintos gobiernos que intentaron realizarla. El biólogo Marco Octavio Ribera y el hidrólogo Jorge Molina recuerdan, cada quien por su lado, que la gestión de Hugo Banzer (1998) fue la última que lo intentó.

Con la venia del primer mandatario Evo Morales, el pasado 6 de julio, el presidente
ejecutivo de la Empresa Nacional de Electricidad (Ende), Eduardo Paz (iz), y el gerente general para Latinoamérica de la empresa italiana Geodoata, Nicola Ruga (der), firmaron el contrato para iniciar el estudio de identificación del proyecto hidroeléctrico El Bala, cuyo potencial oscila entre 1.600 y 4.000 megavatios de electricidad.
Ese trabajo costará 22 millones de dólares y comprenderá una serie de estudios socioambientales y técnicos, además de la propuesta de dos alternativas: la construcción de una megarepresa en el Angosto de El Bala y la edificación de más de dos represas en forma de “cascada” en la cuenca del río Beni. El Bala está ubicado sobre el río Beni, a 16 kilómetros del municipio de San Buenaventura,  en el norte del departamento de La Paz.
En esa década, el debate se instaló en una serie de eventos (seminarios, encuentros binacionales, foros, simposios y otros) con la participación de expertos, científicos, población potencialmente afectada y ambientalistas. Las conclusiones fueron que la construcción de la hidroeléctrica era inviable técnica, ambiental y económicamente. Establecieron que el costo socioambiental iba a ser inevitable en el Parque Nacional Madidi y la Reserva Biológica (RB) y Tierra Comunitaria de origen (TCO) Pilón Lajas.

Tras seis décadas de su idea inicial, el gobierno de Evo Morales ha puesto en marcha el proyecto con la contratación de la empresa italiana Geodata Engineering SpA, la cual realizará el estudio de factibilidad.
El 14 de julio de 2007, se promulga el Decreto Supremo N° 29191, en su Artículo 1°, declara de interés y prioridad nacional el aprovechamiento de la cuenca del río Beni y definir los mecanismos a través de los cuales se realizarán los estudios que se requieran hasta el diseño final, para impulsar el proyecto hidroeléctrico El Bala.
Este proyecto tiene gran importancia para el actual gobierno, sobre todo para cumplir su meta de generar alrededor de 13.000 megavatios (MW) de energía eléctrica hasta el año 2025, 10.000 de los cuales serán para la exportación, según el Ministerio de Hidrocarburos y Energía.

A través Ende, se busca cubrir el objetivo con tres megaproyectos: al menos 11.000 MW con El Bala, Rositas y la binacional Riberao (río Madera). Una cuarta, Cachuela Esperanza, también de larga data y cuyo estudio de prefactibilidad costó más 8 millones de dólares, ya debía ser ejecutada según el cronograma de Ende. Hasta la fecha no se inició la megaobra y se continúan realizando estudios. Expertos como Wálter Justiniano, Molina y Ribera han señalado en reiteradas oportunidades que no sería competitivo el costo de la energía que pueda generar Cachuela Esperanza. Se estima un costo de 65 dólares el megavatio, cuando el que producen las hidroeléctricas de Brasil no pasa de los 43 dólares (2012).
Texto; Mirian Jemio
Foto: Richard Ilimuri

jueves, 31 de diciembre de 2015

Carta a mi madre: 'El último deseo'



Un niño a pocas horas en su celda, esperando ser ejecutado, pidió como último deseo papel y lápiz. Luego de escribir por varios minutos, le dijo a su custodio por favor, entregue esta carta a mi madre!!

La carta decía así: Madre, creo que si hubiera más justicia en este mundo, tanto tú como yo deberíamos de ser ejecutados. ¡Tú eres tan culpable como yo de mi miserable vida! ¿Te acuerdas madre, cuando llevé a la casa aquella bicicleta que le quité a otro niño igual que yo? Me ayudaste a esconderla para que mi padre no se enterara. ¿Te acuerdas madre, cuando me robé el dinero de la cartera de la vecina? Fuiste conmigo al centro comercial y lo gastamos juntos. ¿Te acuerdas madre, cuando botaste a mi padre de la casa? Él sólo quiso corregirme por haberme robado el examen final de mi grado y a consecuencia me expulsaron. Madre, yo era sólo un niño, luego fui adolescente y ahora un hombre mal formado! Era sólo un niño inocente que necesitaba corrección, y no consentimiento. Te perdono, y sólo te pido que le hagas llegar esta reflexión a todos los padres del mundo, que sepan que ellos son los únicos responsables de formar, a un hombre decente, o a un vulgar delincuente. 

Gracias madre por darme la vida y gracias también por ayudarme a perderla. 
Firma ¡Tu hijo El Delincuente! 

Si realmente quieres poner un Granito de arena en esta sociedad copia esta reflexión sin duda puede ayudar... Dios bendiga a aquellas madres q se sienten Orgullosas de haber formado hombres útiles a la Sociedad y no delincuentes a los que no les tiembla la mano para arrancar Vidas y robar lo que con tanto sudor y trabajo le cuesta a los demás.

Texto y foto: Internet-Richard Ilimuri

domingo, 15 de noviembre de 2015

Rigoberta Menchú, la historia de un fraude

El pie de foto indica que fue publicada,
originalmente, en 1982 por la revista mexicana
 en un reportaje sobre la actividad
guerrillera en Huehuetenango

Guatemala pasó en los 70 varios regímenes militares y enfrentamientos con las guerrillas que perjudicaron a muchos ciudadanos inocentes. La premio Nobel de la Paz no fue una de esas víctimas.

La receta es siempre la misma. Un escritor relativamente prestigioso, una autobiografía con licencia para contar cuanto uno quiera -sin ser por ello verdad-, una serie de medios de comunicación que entran al trapo para construir la leyenda, y si es posible una película. Y, así,  la cena está servida: una heroína, Premio Nobel de la Paz, embajadora de la UNESCO, y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Rigoberta Menchú Tum es la protagonista de los mitos de esta semana.
Elisabeth Burgos fue en este caso la artífice de la mentada biografía. Rigoberta contaba y Elisabeth escribía. Con el tiempo, la autora quiso corregir datos que descubrió que eran falsos, sobre todo cuando se enteró de que Menchú había sido propuesta como candidata para el Nobel de la Paz. No se le hizo caso. Más tarde el antropólogo David Stoll desmontó, palabra por palabra, todos los tejemanejes que Rigoberta había construido para su biografía. Pese a estar demostrado de sobra la veracidad de la publicación de Stoll, corroborada además por los mismos familiares Menchú y Tum –familia paterna y materna de Rigoberta-, el comité del Nobel creyó oportuno no retirarle el premio. Y si se consultan sus biografías en Wikipedia o algunas enciclopedias de papel, aún sigue en pie la fantasiosa versión que dio la afamada guatemalteca.
Rigoberta cuenta en sus memorias que jamás pudo acceder a una educación, que su familia y ella fueron explotados por terratenientes, y que conoció las injusticias desde muy pequeña, y por ello desde su más tierna infancia fue reivindicativa y activista. Incluso afirmó que uno de sus hermanos murió de hambre.

La muerte de su hermano ha sido desmentida en varias ocasiones por su familia, y por el propio hermano, Nicolás, que sigue con vida. Rigoberta jamás tuvo problemas en su educación, sino que al contrario, estudió en varios internados y en una institución privada católica de gran prestigio de Guatemala, el colegio Belga, y se estima que llegó a la universidad de San Carlos.
Los terratenientes de los que se quejaba –esos adinerados especuladores- eran precisamente sus familiares. La familia de Rigoberta tenía extensos terrenos de su propiedad que provocaron disputas entre los Tum –temas de herencias, repartos y demás-. En la biografía que ella dictó, estos hechos quedaron disfrazados como una persecución de unos desconocidos terratenientes que querían explotarles y hacerles morir de hambre. Efectivamente, la versión falsa es mucho más contundente y trágica.
No trabajó de criada en la capital. No recibió vejaciones racistas. No fue explotada. Cuando no estaba estudiando o haciendo excursiones al pueblo desde los internados, formaba parte de un grupo juvenil, católico, donde hizo grandes amistades y ayudaban en la parroquia. No se respiraba ningún clima político en sus ambientes.
Salvo su padre. Es cierto que su progenitor participaba en protestas activas y formaba parte de varios grupos guerrilleros. Rigoberta ha relatado ante las cámaras, en directo ante el mundo, que la policía quemó vivo a su padre en la embajada española en Guatemala. Obvió contar que el conflicto lo provocó su propio padre, Vicente Menchú, que entró en la embajada armado y acompañado de varios miembros de la guerrilla EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) y asesinaron a tiros a uno de los rehenes.
También afirma Rigoberta haber sido testigo ella, junto a sus padres y familiares, de cómo su hermano fue asesinado a manos de los militares. En su biografía cuenta con pelos y señales de qué manera fue asesinado y su lenta y terrible muerte, tal como ella –dice que- lo vio. La realidad es que ella no estaba, ni su familia tampoco, donde se supone que esto había sucedido. El ejército llevó prisioneros a Chajul, a los que se le suponía guerrilleros, y después aparecieron muertos para intimidar a la población. Se baraja que uno de los guerrilleros podría ser su hermano mayor. Y hasta ahí toda la verdad del asunto.
Así, suma y sigue, tanto Stoll, como la pretendida y arrepentida biógrafa de Menchú, como periodistas al estilo de Larry Rother -del New York Times-, o el historiador Greg Granding, han desmontado cada capítulo de la Historia de ficción creada por Rigoberta, que si bien algunos hechos de represión puedan ser reales, no le acontecieron a ella sino que fueron otros los protagonistas. Si bien no hay que olvidar que en 1979 aún estaba terminando de estudiar, y en 1983 ya publicaba su autobiografía y hablaba en las Naciones Unidas, por lo que deja esto poco margen para toda una vida de activismo y sufrimiento.

Texto y foto: - Richard Ilimuri - Internet