martes, 30 de agosto de 2016

CARTA DE UN MONTAÑISTA A SU ESPOSA

Amor mío, me voy a la montaña nuevamente y veo en tus ojos el reproche callado de dejarte sola...
No me juzgues, no es que no quiero estar contigo, sino que necesito estar conmigo mismo, pero sé, que por mas que insistas en tratar de comprender el afán que me embarca a la montaña, jamas podrás comprenderlo...
Es que siento en el alma ese amor por los espacios abiertos, por tocar las piedras, la fogata y la aventura.

Necesito un lugar alejado, con agua, viento. Quiero ensuciarme, descuidar mi aspecto, sentir el cansancio, que queme el sol mi cara, me congele la helada y pasar frío.
Quiero ver un río, plantas, animales salvajes, flores silvestres, nieve, hielo, barro, piedras...
Quiero sentarme y reírme con mi compañero de escalada de pavadas, quiero extrañarte e imaginarte esperando mi regreso.
Me miento y digo que esta será la mejor salida a la montaña que vaya a realizar en mi vida... aunque sé que en la próxima, volveré a decirme lo mismo...y ya en el campamento... estoy feliz...bastón en mano y a mirar la cumbre que me hipnotiza....es una paz única.
A veces siento que he nacido en épocas equivocadas, donde el triunfo del hombre se mide en plásticos de tarjetas de crédito, donde el frío se regula con un termostato y el calor del verano no existe al prender un aire acondicionado.

He nacido en una época de traiciones y luchas por una cuenta de bancos, donde todo se compra y se vende.
Pero cuando escalo, amor mío, me alejo de este mundo de bocinas, de escapes venenosos, me alejo del confort, del lujo y la televisión que idiotiza.
Yo puedo aceptar las reglas del juego, soy lo suficientemente civilizado como para convivir en este espacio de locos, pero déjame que me escape cada tanto.

Amo a mis botas mi arnés mi casco y cuerdas por que son el juguete que me transporta a este gran juego en la montaña, y te pido que no veas en ellos un instrumento de muerte, porque lo son de vida... jamas me siento mas vivo que cuando las empuño tras una vía.
Y veras que cuando ya no pueda mas hacerlo, estaré por ahí sentado al sol, donde me pongan las cariñosas manos de nuestros hijos o las tuyas, y una sonrisa lejana se dibujara en mis labios resecos. No pienses que es la vejes inevitable, sino que estaré recordando alguna salida a la montaña.

Y si me vieras abatido y solo, aburrido en mi sillón, pon en mis manos mi arnes o mi casco mi bastón gastado, al tocarlo y rozar sus formas de acero, me transportare en el tiempo... veras entonces que mis manos apretaran al viejo compañero tratando de recupera esos momentos ya idos..
Quizás sea, mi amor, que hoy me voy a la montaña, para poder atesorar esos momentos... y así poder vivir feliz... en el mañana...



lunes, 29 de agosto de 2016

Rurrenabaque, un pequeño villorrio y puerto de viajeros provenientes de la región de Mosetenes y Apolobamba,

Un hombre acarrea hojas de palma para el techo de su casa
Rurrenabaque antes de la llegada de los Españoles, estuvo habitada por pueblos selváticos y étnicos Arawak, como los tacanas y araonas que se agruparon numerosamente para enfrentar a los pueblos de tierras altas, quienes se adentraron hasta esa región para intercambiar productos como plumas y cueros para su vestimenta, madera y plantas medicinales.

A partir de 1560 entran en la región, religiosos jesuitas, carmelitas y franciscanos, para evangelizar, mientras los españoles ingresaron en son de conquista, encontrando un clima y una región muy adversa, enfrentando a los indios que los atacaban defendiendo su territorio que veían avasallado.

La actividad misional provocó cambios en la organización social y productiva de los pueblos indígenas. Los nuevos conceptos religiosos se mezclaron con las creencias locales, dando lugar a un sincretismo religioso. La introducción del ganado vacuno creó una nueva dinámica productiva, basada en la agricultura, la pecuaria y la extracción de los recursos naturales. Las misiones se convirtieron en centros de abastecimiento de alimentos, que llegaban a comercializarse con otras regiones.

Rurrenabaque, en 1810, era un pequeño villorio y puerto de descanso donde los viajeros provenientes de la región de Mosetenes y Apolobamba, eran rescatadores de la cáscara de quina, convertido en importantísimo producto medicinal de explotación, en la mitad del siglo XIX.

Se menciona al Padre Giovani Gianelli como fundador de Rurrenabaque, un 2 de Febrero, cuando se celebra a la Virgen de la Candelaria, como Patrona del pueblo, con el nombre de La Cruz; al no existir documentación sobre la fecha de fundación hasta entonces, quedó la tradición de conmemorar cada 2 de Febrero esta festividad.

La fecha documentada como fundación de Rurrenabaque, es el 15 de noviembre de 1844 que se consigna en el Decreto Ley del 17 de Noviembre de 1844, emitido por el Presidente Gral. José Ballivián, que cita “…cambiar el nombre de Rurrenabaque por el de Ciudad Ballivián y erigirse como capital del nuevo departamento del Beni.” Sin embargo, este decreto no se cumplió por diversos motivos, como la falta de comunicación entre pueblos.

Balseros en la fiesta de Rurrenabaque
El auge de la goma, por el año 1880, aceleró un proceso de colonización y movimiento económico, siendo Rurrenabaque, un importante puerto de embarque de la producción gomera, de alimentos y transporte masivo de mano de obra para las barracas y gomales, y tránsito ineludible de embarcaciones provenientes de La Paz, rumbo a los centros de la goma y castaña. Finalizado este auge, se asentaron en Rurrenabaque migrantes de otros países, atraídos por el florecimiento económico, el comercio de la goma, la quina y luego el oro.

Desde 1995, Rurrenabaque es capital y gobierno municipal de la 4ta. Sección de la provincia Gral. José Ballivián, y hoy, continúa siendo un nudo de transporte, comercio y producción, sumados a la floreciente actividad del turismo productivo.

Sus manifestaciones culturales rememoraban las antiguas tradiciones de los grupos tacanas en cuanto a danzas, vestimenta y costumbres, que con chicha fermentada y comidas de cacería, se extendía por varios días.

El día de la fiesta del pueblo, la actividad principal era conmemorar a la Mamita de la Candelaria, quien recibía la visita de toda la gente que en romería llegaba hasta su altar para manifestar agradecimiento por las bendiciones recibidas.

Con el transcurrir de los años, las costumbres fueron cambiando y se fueron formando nuevas agrupaciones, con nuevas danzas, instrumentos y vestimentas durante la festividad de la población; surgiendo así, los puli pulis, macheteros, callahuayas, zampoñeros y las mamas, que acompañaban la “procesión” de la Santísima Virgen de la Candelaria, Patrona del pueblo, cuya imagen era llevada por las pocas calles culminando con la Santa Misa, como un motivo de saludo y bendición a sus 1500 habitantes. Después, se realizaba el jocheo de toros, la carrera de caballos, de “sortija”, de callapos y de canoas, motivando la presencia de todos los pobladores.

Texto y foto: La Palabra del Beni - Richard Ilimuri - El Deber