domingo, 15 de noviembre de 2015

Rigoberta Menchú, la historia de un fraude

El pie de foto indica que fue publicada,
originalmente, en 1982 por la revista mexicana
 en un reportaje sobre la actividad
guerrillera en Huehuetenango

Guatemala pasó en los 70 varios regímenes militares y enfrentamientos con las guerrillas que perjudicaron a muchos ciudadanos inocentes. La premio Nobel de la Paz no fue una de esas víctimas.

La receta es siempre la misma. Un escritor relativamente prestigioso, una autobiografía con licencia para contar cuanto uno quiera -sin ser por ello verdad-, una serie de medios de comunicación que entran al trapo para construir la leyenda, y si es posible una película. Y, así,  la cena está servida: una heroína, Premio Nobel de la Paz, embajadora de la UNESCO, y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Rigoberta Menchú Tum es la protagonista de los mitos de esta semana.
Elisabeth Burgos fue en este caso la artífice de la mentada biografía. Rigoberta contaba y Elisabeth escribía. Con el tiempo, la autora quiso corregir datos que descubrió que eran falsos, sobre todo cuando se enteró de que Menchú había sido propuesta como candidata para el Nobel de la Paz. No se le hizo caso. Más tarde el antropólogo David Stoll desmontó, palabra por palabra, todos los tejemanejes que Rigoberta había construido para su biografía. Pese a estar demostrado de sobra la veracidad de la publicación de Stoll, corroborada además por los mismos familiares Menchú y Tum –familia paterna y materna de Rigoberta-, el comité del Nobel creyó oportuno no retirarle el premio. Y si se consultan sus biografías en Wikipedia o algunas enciclopedias de papel, aún sigue en pie la fantasiosa versión que dio la afamada guatemalteca.
Rigoberta cuenta en sus memorias que jamás pudo acceder a una educación, que su familia y ella fueron explotados por terratenientes, y que conoció las injusticias desde muy pequeña, y por ello desde su más tierna infancia fue reivindicativa y activista. Incluso afirmó que uno de sus hermanos murió de hambre.

La muerte de su hermano ha sido desmentida en varias ocasiones por su familia, y por el propio hermano, Nicolás, que sigue con vida. Rigoberta jamás tuvo problemas en su educación, sino que al contrario, estudió en varios internados y en una institución privada católica de gran prestigio de Guatemala, el colegio Belga, y se estima que llegó a la universidad de San Carlos.
Los terratenientes de los que se quejaba –esos adinerados especuladores- eran precisamente sus familiares. La familia de Rigoberta tenía extensos terrenos de su propiedad que provocaron disputas entre los Tum –temas de herencias, repartos y demás-. En la biografía que ella dictó, estos hechos quedaron disfrazados como una persecución de unos desconocidos terratenientes que querían explotarles y hacerles morir de hambre. Efectivamente, la versión falsa es mucho más contundente y trágica.
No trabajó de criada en la capital. No recibió vejaciones racistas. No fue explotada. Cuando no estaba estudiando o haciendo excursiones al pueblo desde los internados, formaba parte de un grupo juvenil, católico, donde hizo grandes amistades y ayudaban en la parroquia. No se respiraba ningún clima político en sus ambientes.
Salvo su padre. Es cierto que su progenitor participaba en protestas activas y formaba parte de varios grupos guerrilleros. Rigoberta ha relatado ante las cámaras, en directo ante el mundo, que la policía quemó vivo a su padre en la embajada española en Guatemala. Obvió contar que el conflicto lo provocó su propio padre, Vicente Menchú, que entró en la embajada armado y acompañado de varios miembros de la guerrilla EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) y asesinaron a tiros a uno de los rehenes.
También afirma Rigoberta haber sido testigo ella, junto a sus padres y familiares, de cómo su hermano fue asesinado a manos de los militares. En su biografía cuenta con pelos y señales de qué manera fue asesinado y su lenta y terrible muerte, tal como ella –dice que- lo vio. La realidad es que ella no estaba, ni su familia tampoco, donde se supone que esto había sucedido. El ejército llevó prisioneros a Chajul, a los que se le suponía guerrilleros, y después aparecieron muertos para intimidar a la población. Se baraja que uno de los guerrilleros podría ser su hermano mayor. Y hasta ahí toda la verdad del asunto.
Así, suma y sigue, tanto Stoll, como la pretendida y arrepentida biógrafa de Menchú, como periodistas al estilo de Larry Rother -del New York Times-, o el historiador Greg Granding, han desmontado cada capítulo de la Historia de ficción creada por Rigoberta, que si bien algunos hechos de represión puedan ser reales, no le acontecieron a ella sino que fueron otros los protagonistas. Si bien no hay que olvidar que en 1979 aún estaba terminando de estudiar, y en 1983 ya publicaba su autobiografía y hablaba en las Naciones Unidas, por lo que deja esto poco margen para toda una vida de activismo y sufrimiento.

Texto y foto: - Richard Ilimuri - Internet

domingo, 16 de agosto de 2015

Víctor Chungara Castro: 'Ser uyunense nace de adentro, no es una cosa que se adquiere'


Víctor Nicolas Chungara Castro
El Ingeniero Víctor Chungara Castro es un matemático boliviano reconocido,  que ama “su  Uyuni”, con más de 20 libros publicados, catedrático de la UMSA, actual presidente del centro de Residentes Uyunenses de  La Paz, es nuestro “Uyunense Sobresaliente”.

Uyuniweb le entrevistó con el objetivo de reconocer su trayectoria, conocer y mostrar la vida de un uyunense sobresaliente que lleva en alto el nombre de Uyuni.

Víctor Nicolas Chungara Castro nació en 1953. Nos  contó que su primer nombre es en honor al ex presidente Víctor Paz y  el segundo, por su abuelo Nicolas Castro que fue héroe de la guerra del Chaco; es hijo de Leonardo Chungara y Mery Castro, ambos fallecieron en Uyuni.

Está casado con Miriam Siacara, también uyunense,  con quien tiene dos hijos: Mery Erick.

¿Qué es lo que recuerda de su vida en Uyuni?

Estudie en la escuela Aniceto Arce  y Antonio Quijarro. Recuerdo las anchas calles donde jugábamos futbol. Al no haber tecnología, los jóvenes formábamos clubes. Los Vagobian  era mi club, dedicado a lo cultural, deportivo y social: En lo cultural se realizaban concursos de poesía, escritura y demás. En lo social organizamos fiestas, se eligió a la miss Uyuni. En lo deportivo lamentablemente, reconozco que no éramos  muy buenos.

Por cuestiones que la vida exige tuve que dejar mi tierra y, lamentablemente, mis hijos, por ese hecho, tuvieron que nacer en La Paz; no había oportunidades de superación académica en Uyuni,  era imposible quedarse.

Cuéntenos sobre su trayectoria académica

Estudié ingeniería electrónica en la universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Luego  de trabajar en Entel y en algunos ministerios de gobierno me dediqué a trabajar  como docente de la UMSA, paralelamente escribí libros de matemáticas y computación.

Llegué a ocupar  cargos como: jefe de carrera, decano y vicedecano interino,  entre otros. Fui  docente de matemáticas en todas las facultades: tecnología, economía y actualmente en la carrera de Agronomía.

Tuve el honor de ser condecorado en la Escuela Militar de Ingeniería (EMI) con el grado “Eduardo Abaroa de Educación”, por los años de servicio. Asimismo, por la Federación de Profesionales de Bolivia, como el profesional más destacado de la ciudad de La Paz.

Uno de mis libros que más me enorgullece es Tradiciones y Leyendas de Uyuni, dedicado a los relatos y cuentos que tiene  Uyuni.

Es reconocido por ser un gran matemático y los libros que publicó, ¿cómo nace su apego a la matemática?

Desde la escuela me gustaba las matemáticas, recuerdo a mi profesor Amalio Copa, muy buen él, fue uno de los primeros en inculcarme. Le encantaba la materia y hacernos pruebas  a partir de concursos y juegos; ahí noté que yo tenía habilidad para eso.

Todos nacemos con alguna habilidad, por ejemplo, yo no era bueno para el deporte pero en las matemáticas siempre me destaqué.

Difundí mis libros desde el año 1979.  Escribí  15 libros de matemáticas y 10 libros de computación. Entre los libros de matemáticas resaltaron los de cálculo y se hicieron famosos, debido a ello, el periódico La Razón me propuso publicar la gestión 2012.

Lo lamentable de los libros es la piratería. Hace cinco años un amigo vino de Colombia, trayendo mis libros, en la carátula estaba como si fuera producto peruano a pesar de que ponían mi autoría. 

Para usted, ¿qué significa ser uyunense?

Uyuni  para mí,  es lo máximo, nuestro origen, nuestra tierra natal, hemos nacido  y vivido ahí, lo que automáticamente hace que nos sintamos orgullosos. Ser uyunense nace de adentro, no es una cosa que se adquiere o sale forzado.

Voy a Uyuni en promedio tres veces al año, para carnavales, fin de año, ocasionalmente para el 11 de julio.

¿Qué opina de la actualidad uyunense?

Nuestra ciudad está pujante, a un ritmo acelerado, no como antes, cuando yo vivía allá era una ciudad activa pera no crecía. Ahora con el auge del turismo se ha dado un despego. A pesar de que con el progreso también vino la delincuencia.

Para los que vemos de lejos, Uyuni está muy bien encaminado, ya no es más el centro ferroviario o únicamente un centro comercial. Recordemos que Uyuni se ha fundado como centro comercial para apoyar a las minas de Pulacayo y Huanchaca. Con el tiempo será el centro energético, de yacimientos, del gas y petróleo de Villque.

¿Algunas palabras para los uyunenses?

Recomiendo a los uyunenses que es bueno dejar relatos escritos de nuestra ciudad, aprovechando los medios de comunicación como la página web;  porque los cuentos se pierden con el transcurrir del tiempo. Si a los jóvenes les preguntara quién es doña Alcira, el Retamoso, la Cabeza Voladora o quién fue la Chunca Pollera seguro que no saben;  eran personajes famosos de Uyuni, conocidos por sus hazañas,  y es lo que me motivó escribir mi libro.


Víctor Chungara, es un uyunense  de sepa, no se pierde el carnaval de su tierra y ve  con mucho orgullo el desarrollo de su ciudad. Actualmente  trabaja como docente de la UMSA, en sus planes está seguir escribiendo libros.

Texto y foto: Uyuniweb-Richard Ilimuri

viernes, 16 de enero de 2015

Los 18 pueblos indígenas del Beni eligen por usos y costumbres a 4 legisladores a la Asamblea Departamental

En Beni fueron elegidos los cuatro representantes, entre titulares y suplentes, de los pueblos indígenas, mientras que otros cuatro corresponden al sector campesino que aún no definió fecha de elección.

Los 18 pueblos indígenas de Beni se anticiparon a las elecciones subnacionales del 29 de marzo y en el marco de las disposiciones legales eligieron a sus cuatro representantes, dos titulares y dos suplentes, a la Asamblea Legislativa Departamental por usos y costumbres. Otros dos serán elegidos por campesinos bajo sus propios procedimientos.

El Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático (Sifde), brazo operativo del Tribunal Electoral Departamental (TED), inauguró el acto de elección indígena como parte de sus atribuciones. La responsable de coordinación del Sifde, Hellen Vargas, informó a La Razón Digital que la elección se desarrolló ayer en la sede de la Central de Pueblos Indígenas del Beni, en Trinidad, sin percances.

En las elecciones subnacionales del 29 de marzo serán elegidos por voto en Beni 24 asambleístas de 28, ya que cuatro corresponden a indígenas y campesinos, y su elección es por usos y costumbres. La representación indígena abarca a los pueblos Tacana, Pacahuara, Itonoma, Joaquiniano, Maropa, Guarasugwe, Mojeño, Sirionó, Baure, Tsimane, Movima, Cayubaba, Moré, Cavineño, Chacobo, Canichana, Mosetén y Yuracaré, según se establece en el reglamento para las elecciones.

El vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Irineo Zuna también estuvo en la asamblea de elección de representaciones indígenas. Fueron electos Ana María Arana Cuéllar y Fanor Amapo Yubanure, junto a sus suplentes Mariano Moy Tamo y Leonardina Maito Moye, respectivamente.

Con esa determinación, solo falta elegir por esa misma vía a dos asambleístas campesinos, junto a sus suplentes, y mediante el voto a otros 24 titulares, tres por cada una de las ocho provincias benianas.

En la asamblea orgánica participaron delegados y representantes de la Central de Pueblos Étnicos Mojeños del Beni (CPEM-B), Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (CIRABO), Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB), Central de Mujeres Indígenas del Beni (CMIB) y del Gran Consejo Chimán.

Los campesinos pueden efectuar la elección hasta 15 días antes de las justas del 29 de marzo.

Texto La Razón Digital
foto: Richard Ilimuri

lunes, 18 de agosto de 2014

EL GENOCIDIO EN EL SUR DE CHILE QUE LA HISTORIA OFICIAL INTENTÓ ESCONDER

El año pasado el historiador español José Luis Alonso Marchante encontró en la Biblioteca Nacional de España el texto original de Treinta años en Tierra del Fuego, del misionero salesiano, gran naturalista y expedicionario Alberto de Agostini. Con este libro en sus manos, el historiador comprobó que en las actuales reediciones del texto, incluida la realizada el 2013, faltaban párrafos y no cualquiera. 

En los textos censurados, el misionero era implacable: la extinción del pueblo selk’nam en la Patagonia chilena y argentina no fue obra de su “ignorante glotonería”, “guerra entre tribus” o producto de su “miserable contextura física”, como dictó durante muchos años la historia oficial, sino que producto del exterminio y la cacería, ordenada por un solo hombre: José Menéndez, el gran latifundista del extremo sur de Chile.
“Exploradores, estancieros y soldados no tuvieron escrúpulos en descargar sus mauser contra los infelices indios, como si se tratase de fieras o piezas de caza”, reza uno de los párrafos censurados (De Agostini, 1929: 244).
Este hallazgo junto a otros importantes testimonios se encuentran contenidos en el libro Menéndez. Rey de la Patagonia (Editorial Catalonia), recientemente lanzado en Chile y que, según historiadores expertos en La Patagonia, como Osvaldo Bayer, vendría siendo “el libro definitivo sobre la verdad ocurrida en el sur chileno y argentino”.
“Hubo dos cosas que me impactaron en la investigación: el genocidio de todo un pueblo (los selk’nam) en pleno Siglo XX y la trágica suerte de los obreros (también masacrados) que trabajan en esas estancias”, dice Alonso Marchante, casi al comienzo de la conversación con Cultura + Ciudad, en la que explica sin eufemismos la naturaleza de la responsabilidad criminal de quien fuera también el abuelo de Enrique Campos Menéndez, el escritor favorito de Pinochet y redactor de los bandos militares del Golpe.

LA CENSURA

La censura en el texto de De Agostini, explica Alonso Marchante, fue más bien una autocensura que el religioso aplicó a sus libros luego que la Congregación fuera presionada por el poder de Menéndez para cambiar la historia y exculpar de la masacre al más grande latifundista del sur de Chile, quien acumulara una de las más grandes fortunas de América Latina con el comercio lanero.
“Los primeros salesianos no negaban las matanzas, los primeros, como Faganno y De Agostini, fueron gente que estuvieron en el terreno, que levantaron las misiones de la nada, y en sus diarios publicaban cómo se estaban exterminando a los indígenas. Ocurre que después hubo un cambio en la historiografía de los salesianos. Los que vienen después ya están sometidos al poder económico de los Menéndez, entonces ahí se reescribe la historia de la colonización, y ahí sostienen que los indios simplemente desaparecen sin que mediaran los estancieros”, explica Alonso.
La motivación por investigar el papel de Menéndez y de sus descendientes en Chile nació casi por casualidad. Un día –cuenta– paseando por el Museo Asturiano en Buenos Aires, encontró un busto de José Ménendez. Nunca había escuchado una palabra de él, pese a que el historiador también es asturiano. En su región natal, Alonso no encontró calle que llevara su nombre, pero sí una escuela –fundada a comienzos del siglo pasado–, que era la forma que tenían los “indianos” (como se conoce a los colonos europeos que viajaron a América) de retribuir a su patria la fortuna alcanzada en sus aventuras.
“Se construyeron más de 350 escuelas en Asturias, en las primeras décadas del siglo XX, y entre ellas está la de José Menéndez en Miranda y que lleva su nombre”,  cuenta Alonso, remarcando así el punto de partida de una historia marcada por la fortuna, la crueldad y la mentira.

EL IMPERIO MENÉNDEZ

En la Región de Magallanes, específicamente en Punta Arenas, las mansiones de la familia Menéndez se conservan en forma de museos, dando cuenta –a través de su fastuosidad– de la época dorada de la región magallánica.
En el libro se explica que Menéndez, tras una breve estancia en Cuba, llega a nuestro país en 1868. Al poco tiempo recibe miles de hectáreas como beneficio del gobierno chileno por la colonización en el sur. La idea era traer el desarrollo económico a la zona y establecer reservas indígenas. En esos años Mauricio Braun, otro inmigrante, también había recibido miles de hectáreas, lo mismo que Julius Popper en Argentina.
Alonso Marchante cuenta que, como parte de una gran inversión, las familias Menéndez y Braun se unen a través del matrimonio de sus hijos, y las tierras de Popper, tras una extraña muerte por presunto envenenamiento, son cedidas a Menéndez, convirtiéndose este último en el dueño y señor de toda la Patagonia chilena y argentina a través de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego.
El imperio económico, que llegó a sumar bancos y navieras, tuvo su origen el comercio de lana de oveja, que vendían a Inglaterra a cambio de libras esterlinas. En la inserción de la ovejas  en la zona y consecuente desplazamiento del guanaco, animal que poblaba esas zonas, se encuentra –según el libro– el origen de una de las matanzas más grandes de indígenas y que contó con todo el poder editorial de esos años para tapar el genocidio.

EL EXTERMINIO DE LOS SELK’NAM

“A medida que comenzó a avanzar la frontera ovina, porque toda la riqueza de las dinastías económicas se sustentaba en el ganado de lana”, cuenta el historiador, “comenzaron a requerirse cada vez más tierras para terminar instalándose en el territorio selk’nam”.
Al instalarse en la zona, se divide el terreno mediante alambradas, y el guanaco –principal sustento alimenticio y de abrigo de los onas– se ve arrinconado hacia tierras más altas.
“Una vez que el guanaco desaparece los Selk’nam empiezan a pasar hambre. Cuando se dan cuenta de la aparición de las ovejas empiezan a alimentarse de este animal y lo entienden como algo absolutamente natural, no saben muy bien cómo han aparecido esas ovejas ahí, ni conocían el concepto de propiedad”, explica el historiador.
“Cuando los Selk’nam empiezan a atacar a las ovejas, José Menéndez da la orden de acabar con ellos. Lo hacen primero disparándoles directamente para exterminarlos, y con las mujeres y niños se produce una cacería. Los van cazando para después ofrecerlos en plazas públicas”, cuenta Alonso, quien precisa que todo esto es muy posterior a la exhibición de indígenas como piezas de circo, en lo que se llamó “zoológicos humanos”.
La familia Menéndez, especialmente José Menéndez –remarca el historiador–, fueron los instigadores de la matanza. “José Menéndez puso como capataz y como administrador de su estancia a un escocés de nombre Alexander Mc Lennan (El chancho colorado), quien fue el mayor matador de indígenas y reconocido por él mismo. Él recibía órdenes directas de José Menéndez, era su empleado”.
En el libro se sostiene que por cada indígena muerto, Menéndez pagaba una libra esterlina, de modo que en la fortuna que alcanzó a tener este escocés podría incluso calcularse la cantidad de indígenas asesinados y que, de acuerdo a las versiones de otros historiadores, podría estimarse en varios cientos, si no miles.
“Cuando se retiró Mc Lennan, José Menéndez le regaló un carísimo reloj en agradecimiento por todos esos servicios”, relata.

LA HISTORIA OFICIAL

“Logré contactarme con un bisnieto de Alexander Mc Lennan, quien me decía que no se puede decir que esté bien matar indios, pero que, gracias a lo que hizo su abuelo y José Menéndez, hoy no hay indígenas en la Tierra del Fuego, así que no hay problemas. Y eso me lo dicen en pleno 2014″, recuerda con asombro el historiador.
Durante muchos años, la historia oficial que se contó tuvo como propósito ocultar los crímenes, que fueron incluso celebrados como deporte.
En 1971, el historiador y descendiente del clan, Armando Braun Menéndez, portavoz de los estancieros, señala que como causa de muerte de los indígenas estaban sus hábitos alimenticios. “Era frecuente observar al lado de los restos de una ballena, los cadáveres de los indígenas que, llegados tarde al festín, habían sido víctimas de su ignorante glotonería” (Braun 1971: 135). Insiste a tal punto en el tema que escribe que “era tan miserable su contextura física que no pudieron soportar ni su propio clima”.
Esta absurda conjetura –explica Alonso en su libro– chocó con la respuesta contundente del etnólogo suizo Jean-Christian Spahni, quien señala: “Mis investigaciones alrededor de los habitantes me han demostrado que los genocidios habían existido realmente y que fueron causados justamente por los propietarios de las estancias a los que Armando Braun intenta defender”.
Otro de los herederos de los hacendados, el escritor favorito de Pinochet, Enrique Campos Ménendez, llega incluso a exponer sus dudas sobre un posible canibalismo de los Selk’nam, cuestión que, al momento de sus dichos, ya nadie se atrevía siquiera a mencionar.
La historia oficial de negación del genocidio intenta a tal punto instalarse, que otro de los herederos, Eduardo Braun Menéndez, llega a obligar –se narra en el libro– “al científico Alexander Lipschutz (Premio Nacional de Ciencias 1969) a la eliminación de cualquier referencia a la caza de indígenas, como paso previo para publicar sus ensayos en la revista Ciencia e investigación, que dirigía el nieto de José Menéndez”.

LA PATAGONIA TRÁGICA

Además del exterminio de los onas, el libro de Alonso toca otro de los temas sensibles en La Patagonia, y que tiene que ver con las matanzas de más de 1.400 obreros chilenos en 1921.
Estos crímenes fueron recogidos en un libro llamado La Patagonia Trágica, publicado en Argentina en 1928 por José María Borrero. En este libro, escrito sin rigurosidad científica, había una denuncia en cada página y al poco tiempo se convirtió en un mito al desaparecer de las librerías. Un segundo texto, presuntamente llamado Orgías de sangre y que, según el mito, narraba los asesinatos de 1921, se convirtió en leyenda tras asegurarse que el manuscrito había sido robado y quemado.
Parte de esa historia fue recogida con seriedad científica por Osvaldo Bayer, quien publicó La Patagonia rebelde, en 1972, un libro testimonial de no ficción que trataba sobre la lucha protagonizada por los trabajadores  anarcosindicalistas en rebelión de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia argentina, entre 1920 y 1921. Esta historia comenzó como una huelga contra la explotación de los obreros por parte de sus patrones, luego reprimida por el Ejército al mando del teniente Héctor Benigno Varela, enviado por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen.
“Se fusilaron a centenares de peones de las estancias, la mayoría de ellos chilenos, pero también asturianos, argentinos, alemanes, italianos. Esas son las dos grandes tragedias de esta historia, creo que esta historia no la podemos ver con una sonrisa porque es una historia trágica, porque desaparecen de manera brutal los pueblos que habitaron por milenios esas tierras y además hay una represión salvaje sobre los peones que trabajaron en las estancias”, sostiene Alonso Marchante, de cuyo libro el propio Bayer reconoce que “después de este acopio de pruebas nadie podrá señalar que las versiones críticas que surgieron a medida que se producían los hechos eran exageradas o de pura imaginación”.
–¿Como historiador crees que hay responsabilidad del Estado chileno en estas masacres? 
–Los peones fueron fusilados por el Ejército argentino, pero la mayoría eran chilenos, y las autoridades chilenas no solamente no levantaron la voz sino que colaboraron con las autoridades argentinas en el silencio. Esto lo demostró Osvaldo Bayer hace ya mucho tiempo, cuando descubrió cómo los propios carabineros chilenos llevaban a los peones a Argentina, en donde el Ejército de ese país los fusiló. Es verdad que estos hechos ocurrieron hace casi un siglo, pero los Estados deben hacer un reconocimiento. En Argentina, en la zona en que ocurrieron los fusilamientos, en cada cuartel en donde hubo un centro de detención hay unas placas que identifican que en ese lugar y en ese cuartel se mató gente. Yo no se qué homenajes han hecho las autoridades chilenas a esos peones.
Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

jueves, 12 de junio de 2014

El Imperialismo

Imperialismo es el nombre que se le da al capitalismo monopolista, también llamado capitalismo imperialista. 

Esta fase, superior y supuestamente última del capitalismo, nace a partir de la gran crisis capitalista de 1863 en Inglaterra y fue la consecuencia del crecimiento incesante de la producción y un aumento en la concentración de empresas, que se hicieron cada vez más grandes y cada vez menos numerosas; hechos ocurridos durante los últimos 30 años del siglo XIX. Se suplanta así la libre competencia capitalista, que había alcanzado su máximo esplendor entre 1850 y 1870, por el dominio de los monopolios.

El enorme crecimiento de las fuerzas productivas fue la fuerza impulsora del desarrollo imperialista. Aparecieron nuevos métodos de fundición de acero, nuevos motores de combustión interna y eléctricos, nuevas turbinas de vapor. El uso del petróleo en gran escala, la construcción de gigantescas plantas eléctricas, el desarrollo de la industria química, hicieron posible y necesaria la aparición de esta nueva etapa del desarrollo capitalista. Esto llevó a un crecimiento muy grande del capital constante (el invertido en equipos, instalaciones, maquinarias, combustible, materia prima) y de la producción de bienes de capital, por lo que la industria pesada supera con creces a la industria ligera. La composición orgánica del capital se eleva a niveles nunca vistos.

Otro elemento a considerar es la gran difusión tenida por las compañías anónimas, que permitió concentrar grandes masas de inversión para acometer la instalación de grandes gigantes industriales y obras colosales de ingeniería, con lo cual se completaba el cuadro de necesidades satisfechas para el nacimiento de los monopolios y la fase imperialista del capitalismo, como muy bien la describió Vladimir Illich Ulianov en su conocida obra "El imperialismo, fase superior del capitalismo", escrito en Zurich durante la primavera de 1916.

Las características del imperialismo pueden resumirse de la siguiente manera:

1.- Concentración de la producción y del capital en gigantescas empresas que ejercen el control absoluto de la producción de mercancías y de su distribución, lo que influye decisivamente en la sociedad.

2.- La fusión de los capitales bancarios e industrial para dar origen al capital financiero y a la creación de la oligarquía financiera.

3. Sustitución de la exportación de mercancías, que pasa a un segundo plano, por la exportación de capitales.

4.- Formación de asociaciones internacionales de capitalistas monopolistas que se distribuyen en el mundo.

5.- Reparto territorial del mundo, entre las grandes potencias capitalistas.


Mientras los imperios dominan mediante las invasiones armadas de otros pueblos y territorios, la ocupación territorial y la constitución de enclaves coloniales donde gobierna directamente la metrópolis, el imperialismo domina permanentemente a través de la exportación de capitales, que manejan la economía y la política, sin la necesidad de ocupar territorio, por lo que los nuevos enclaves reciben el nombre de neocolonias.

Texto y foto: Internet

lunes, 31 de marzo de 2014

La leyenda de EL Jichi de Isirere

Era un extenso yomomo (pantano en lengua nativa) en el departamento de Pando, lugar húmedo y fangoso donde el transeúnte puede hundirse si camina desprevenido.

Los vecinos habían cavado allí un pauro, nombre que se da al pozo de agua o vertiente, de  donde se aprovisionaban del líquido elemento para el consumo diario. Una tarde, una mujer pandina acompañada de su hijo fue al pauro a recoger agua. Llenó su cántaro con agua y luego lo coloco sobre su cabeza y cuando se disponía a regresar su camino, su hijo extrañamente ya no iba a su lado, había desaparecido misteriosamente.

Lo busco por todos lados, la madre creyéndose víctima de una jugarreta del pequeño y al no encontrarlo, desesperada comenzó a gritarle por su nombre:

¡Isirereee! ¡Isirereee!

En principio no tuvo respuesta pero luego de un determinado tiempo, escucho que el niño contestaba aterrado, desde el fondo del yomomo.

¡Mamá! ¡Mamáaaa!

Y mientras, la madre más desesperada gritaba, la voz más se alejaba como si la persona fuera sumergiéndose más, hasta que llegó el momento en que se perdió la voz y cundió solo el silencio. Un terrible silencio…


De ese modo se formó la laguna, que es “un encanto”. Tiene por Jichi al niño que se llamaba Isirere. (leyendas de pando)

Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

miércoles, 30 de octubre de 2013

El Guajojo


Guajojó junto a su cría
En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado del todo, suele oírse de repente un sonido de larga como ondulante inflexión, agudo, vibrante, estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un gemido prolongado, que eleva el tono y la intensidad y se va apagando lentamente como se apaga la vibración de una cuerda.

Oírle empavorece y sobrecoge el ánimo, predisponiéndole al ondular de lúgubres pensamientos y al discurrir de ideas taciturnas. Se dice que han habido personas que quedaron con la razón en mengua y punto menos que extraviadas.

Se sabe que quien emite ese canto es un ave solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han visto, y esos pocos no aciertan a dar razones de cómo es y en donde anida. Refieren, eso sí, la leyenda que corre acerca de ella y data de tiempo antaños.
Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu y esta muchacha se enamoro de un joven de un estatus menor que de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.





Cierto día, el padre de la joven se entero de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin, por medio de engaños llevo al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesino al joven. 

Tras de experimentar la prolongada ausencia del amado, la joven cayó en las sospechas y fue en su búsqueda selva adentro. Al volver a casa con la dolorosa evidencia, increpó al padre entre sollozo y sollozo, amenazándole con dar aviso a la gente del pueblo sobre lo cometido.

El viejo hechicero la transformó al instante en ave nocturna, para que nadie supiera de lo ocurrido. Pero la voz de la infortunada pasó a la garganta del ave, y a través de ésta siguió en el inacabable lamento por la muerte del amado.

Tal es lo que referían los comarcanos sobre el origen del guajojó y su flébil canto de las noches selváticas.

Texto: Leyendas orientales

domingo, 1 de septiembre de 2013

Curando los males del TIPNIS

Comparte su trabajo con los médicos indígenas tradicionales del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure). “Yo soy el enfermero del TIPNIS”, nos dice en plena Cumbre cuando nos contactamos por primera vez, un poco más arriba de Pongo, donde pernoctó un día antes la columna de marchistas que se dirigía a la ciudad de La Paz. Él vino curando las heridas de los caminantes, en la avanzada de la octava marcha indígena que llegó a la sede del Gobierno. Su nombre es Germán Linares Roca.

Su jurisdicción está compuesta por siete comunidades: Nueva Vida, Loma Alta, San Pablo, Santa Clara, Carterí, Trinidadcito y Patrocinio (municipio de Moxos). “¿En qué comunidad indígena trabaja?”, le preguntamos, y contesta con recelo: “Mi puesto de salud está en Trinidadcito, que cuenta con 54 familias, y desde ahí tengo que desplazarme a las demás localidades para hacer mi trabajo de enfermería”.
Luego de un momento, se suelta ante la grabadora y la cámara de MIRADAS. Sin medios de transporte, Linares se vio en la necesidad de usar su bicicleta con la finalidad de cumplir su trabajo de la mejor forma posible y llegar a tiempo a las comunidades donde atiende a menores de cinco años. “Tengo que ir caminando porque solamente tengo una bicicleta deteriorada (por los años de uso) y la comunidad más cercana está a (una) hora y media en bicicleta; a dos horas más está otra comunidad (Todo Santos), donde hay como cinco familias, y después (están) Carterí y Patrocinio (a las que se puede acceder por tierra)”, asegura.       
Si bien caminar no es tan difícil para él, hay lugares donde tiene que usar otro tipo de transporte, en especial en comunidades adonde sólo llegan balsas, canoas y botes con motor fuera de borda. Y ello bajo la amenaza de un caudal grande en tiempos de lluvia. “Tengo que ir en canoa a Santa Clara, San Pablo, Loma Alta y Nueva Vida (…)”, comenta. Mientras los ojos de este enfermero apasionado del TIPNIS se llenan de lágrimas, al recordar la travesía que le tocó hacer para cumplir su trabajo, ayudando a los comunarios, pide disculpas por no contener su emoción. Se le ve algo cansado, quizá agitado, y no es para menos, estamos sentados a 4.670 de altura, en plena Cumbre.

LOS MALES DEL TIPNIS. ¿Pero de qué se enferman los habitantes del TIPNIS? “De enfermedades de la selva y de resfríos. Lo que se ve más frecuentemente son las IRA (infecciones respiratorias agudas) y EDA(enfermedades diarreicas agudas). Éstas son las más frecuentes en esta gente. Después hay otras no frecuentes”. ¿Leishmaniasis?, ¿malaria?, ¿fiebre amarilla? “Existe muy poco, gracias a Dios. Creo que hay (en otros lugares). Esperemos que no lleguen (al TIPNIS)”.
A Linares le preocupan los escasos recursos que llegan del SUMI (Seguro Universal Materno Infantil). Las poblaciones son de difícil acceso. Se tarda casi 30 horas en llegar en canoa con motor fuera de borda (y24 horas en regresar). ¿Cómo haces con los gastos de transporte? “Yo tengo que gastar de mi sueldo para trasladarme de un punto a otro, y cada tres meses presento un informe para hacer las gestiones de medicamentos y llevarlos a las comunidades”.
¿Recibes ayuda del Estado? “No tengo ayuda, solamente el SUMI. Son medicamentos para menores de cinco años. No hay otros medicamentos(para enfermos adultos)”.
¿Cuál fue la enfermedad más complicada que atendió?  “Las neumonías (…) hacen que se traslade (a niños) a Trinidad. La inexperiencia con los medicamentos de parte de los padres  indígenas hace más complicado (el trabajo). A veces ya no quiero volver al lugar (…)”, dice Linares. Tose con frecuencia y tiene complicaciones con la altura, incluso para responder.
Germán recuerda que en una oportunidad dejó todos los medicamentos para su tratamiento a los padres de un niño enfermo de resfrío, pero cuando volvió después de dos días para la evaluación, los fármacos estaban intactos y el chico tenía neumonía. Ayudó con la contratación de un bote para el traslado del enfermo hasta un hospital de Trinidad.

El enfermero también ayuda en cuestión de partos, aunque las mujeres prefieren una partera del lugar, ya que tiene más confianza en ella. Él, muchas veces, sólo tiene que colaborar con la mirada. Según su relato, fue testigo de curaciones con plantas medicinales del lugar, además de la implementación del trabajo con “médicos que conocen la medicina tradicional, que en muchos casos tiene más aceptación”.
Sólo recibe la ayuda de algunos comunarios que lo acompañan en las largas caminatas, que se tornan peligrosas porque el tigre y las víboras acechan a cada paso en las sendas, sobre todo “por las noches”, añade.
Para finalizar, pide la atención de las autoridades, especialmente las de salud, para los puestos de atención muy lejanos, dotándoles de medios de transporte (bote y motor, bicicletas nuevas, motocicletas) y medicamentos. Por la distancia, se triplica el esfuerzo y el trabajo, según este enfermero que vive y comparte las enfermedades de los indígenas en el lugar más olvidado de la selva boliviana: el TIPNIS.


Texto y foto: MIRADAS




lunes, 19 de agosto de 2013

PATRIMONIO VIVIENTE; Carmelo Flores Laura tiene 123 años

Vive en los Andes y se alimenta de
 lo que él mismo cultiva.
Vive en una choza de adobe con techo de paja y piso de tierra, como casi ya no existe en el altiplano, bebe agua que baja de la cordillera. Hace tres años tiene electricidad y letrina, aunque él está habituado a usar el descampado. Algunas veces se cocina en un fogón, que atiza con paja brava, y en ollas de barro. El anciano vive en la comunidad de Frasquía, en la provincia Omasuyos, en el altiplano boliviano. Así lo constató una delegación de la gobernación del departamento de La Paz, donde reside Flores, que difundió fotografías de su partida de nacimiento y su cédula de identidad que muestran que nació el 16 de julio de 1890. Además lo declarará -el próximo 26 de agosto, Día del Adulto Mayor en Bolivia, como Patrimonio Viviente de la Humanidad, por ser considerado el hombre más viejo del mundo.

Si los datos del registro civil son correctos, Flores nació el 16 de julio de 1890, el único inconveniente es que antes de 1940 en Bolivia no existían certificados de nacimiento y los recién nacidos eran registrados las cercanas iglesias católicas. Según el Libro Guinness de Récords, la persona viva más vieja del mundo es la japonesa Misao Okawa, de 115 años, mientras que la persona más longeva de la historia fue la francesa Jeanne Calment, que murió en 1997 a los 122 años y 164 días. En cuanto a su descendencia Flores, es de origen aymara, tuvo tres hijos, pero solo uno de ellos vive; tiene 16 nietos y 39 bisnietos. Ha confesado que no bebe alcohol, pese a que lo consumía cuando era joven.
Bolivia, tiene al hombre mas longevo del mundo.

“Estoy andando así nomás, solito ando con los animales (por el cerro). No comía ni fideo, ni arroz, sólo cebada; cultivaba papa, habas… ahora hay todo para comer”, dijo Flores a la AP. A veces siente dolor de cabeza y estómago, sobre todo cuando come fideos, y recuerda haber consultado un médico en su juventud.

Piensa que el kerosene es lo más moderno que hay para cocinar, pese a que ya no se usa como combustible doméstico. En su juventud se alimentaba de carne de zorro que cazaba, ahora casi desaparecido, y dice que le gusta la carne de cerdo. Todavía lamenta la muerte de su esposa hace más de 10 años. El registro biométrico del padrón nacional dice que Flores nació el 16 de julio de 1890 y que es analfabeto. No habla español, sólo aymara, pero su voz es firme. Es menudo y no usa lentes.

“Un poco oscuro veo, antes tenía buena vista pero te veo caminando”, dice a reporteros de la AP. Escucha poco, hay que hablarle al oído, no tiene dientes pero mastica con las encías todo el tiempo hojas secas de coca, como todos los indígenas de la región, para despejar el cansancio y aguantar el hambre.

“Tenía ovejas y comía eso, antes no había kerosene, sólo con la grasa de cordero cocinaba… debo tener cien años o más”, indica Flores.

Aunque de acuerdo con InfoBAE, Flores tuvo tres hijos, de los cuales sólo vive el menor Cecilio, de 67 años; tiene 40 nietos y 19 bisnietos, la familia está dispersa, según declaraciones de Edwin Flores, el nieto de Carmelo, quien tiene 27 años, es albañil y agricultor y es el único que vive con el anciano. Edwin dice que su abuelo participó en la guerra Chaco de 1933 contra Paraguay, pero el hombre apenas lo recuerda. También cuenta que su abuelo, que creció en una sociedad semi-feudal, trabajó para el hacendado que poseía Frasquía hasta 1952, cuando el Estado aprobó la reforma agraria, y repartió la tierra a los campesinos que trabajaban en ella.

Texto y foto: Internet