miércoles, 30 de octubre de 2013

El Guajojo


Guajojó junto a su cría
En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado del todo, suele oírse de repente un sonido de larga como ondulante inflexión, agudo, vibrante, estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un gemido prolongado, que eleva el tono y la intensidad y se va apagando lentamente como se apaga la vibración de una cuerda.

Oírle empavorece y sobrecoge el ánimo, predisponiéndole al ondular de lúgubres pensamientos y al discurrir de ideas taciturnas. Se dice que han habido personas que quedaron con la razón en mengua y punto menos que extraviadas.

Se sabe que quien emite ese canto es un ave solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han visto, y esos pocos no aciertan a dar razones de cómo es y en donde anida. Refieren, eso sí, la leyenda que corre acerca de ella y data de tiempo antaños.
Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu y esta muchacha se enamoro de un joven de un estatus menor que de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.





Cierto día, el padre de la joven se entero de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin, por medio de engaños llevo al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesino al joven. 

Tras de experimentar la prolongada ausencia del amado, la joven cayó en las sospechas y fue en su búsqueda selva adentro. Al volver a casa con la dolorosa evidencia, increpó al padre entre sollozo y sollozo, amenazándole con dar aviso a la gente del pueblo sobre lo cometido.

El viejo hechicero la transformó al instante en ave nocturna, para que nadie supiera de lo ocurrido. Pero la voz de la infortunada pasó a la garganta del ave, y a través de ésta siguió en el inacabable lamento por la muerte del amado.

Tal es lo que referían los comarcanos sobre el origen del guajojó y su flébil canto de las noches selváticas.

Texto: Leyendas orientales