jueves, 12 de junio de 2014

El Imperialismo

Imperialismo es el nombre que se le da al capitalismo monopolista, también llamado capitalismo imperialista. 

Esta fase, superior y supuestamente última del capitalismo, nace a partir de la gran crisis capitalista de 1863 en Inglaterra y fue la consecuencia del crecimiento incesante de la producción y un aumento en la concentración de empresas, que se hicieron cada vez más grandes y cada vez menos numerosas; hechos ocurridos durante los últimos 30 años del siglo XIX. Se suplanta así la libre competencia capitalista, que había alcanzado su máximo esplendor entre 1850 y 1870, por el dominio de los monopolios.

El enorme crecimiento de las fuerzas productivas fue la fuerza impulsora del desarrollo imperialista. Aparecieron nuevos métodos de fundición de acero, nuevos motores de combustión interna y eléctricos, nuevas turbinas de vapor. El uso del petróleo en gran escala, la construcción de gigantescas plantas eléctricas, el desarrollo de la industria química, hicieron posible y necesaria la aparición de esta nueva etapa del desarrollo capitalista. Esto llevó a un crecimiento muy grande del capital constante (el invertido en equipos, instalaciones, maquinarias, combustible, materia prima) y de la producción de bienes de capital, por lo que la industria pesada supera con creces a la industria ligera. La composición orgánica del capital se eleva a niveles nunca vistos.

Otro elemento a considerar es la gran difusión tenida por las compañías anónimas, que permitió concentrar grandes masas de inversión para acometer la instalación de grandes gigantes industriales y obras colosales de ingeniería, con lo cual se completaba el cuadro de necesidades satisfechas para el nacimiento de los monopolios y la fase imperialista del capitalismo, como muy bien la describió Vladimir Illich Ulianov en su conocida obra "El imperialismo, fase superior del capitalismo", escrito en Zurich durante la primavera de 1916.

Las características del imperialismo pueden resumirse de la siguiente manera:

1.- Concentración de la producción y del capital en gigantescas empresas que ejercen el control absoluto de la producción de mercancías y de su distribución, lo que influye decisivamente en la sociedad.

2.- La fusión de los capitales bancarios e industrial para dar origen al capital financiero y a la creación de la oligarquía financiera.

3. Sustitución de la exportación de mercancías, que pasa a un segundo plano, por la exportación de capitales.

4.- Formación de asociaciones internacionales de capitalistas monopolistas que se distribuyen en el mundo.

5.- Reparto territorial del mundo, entre las grandes potencias capitalistas.


Mientras los imperios dominan mediante las invasiones armadas de otros pueblos y territorios, la ocupación territorial y la constitución de enclaves coloniales donde gobierna directamente la metrópolis, el imperialismo domina permanentemente a través de la exportación de capitales, que manejan la economía y la política, sin la necesidad de ocupar territorio, por lo que los nuevos enclaves reciben el nombre de neocolonias.

Texto y foto: Internet

lunes, 31 de marzo de 2014

La leyenda de EL Jichi de Isirere

Era un extenso yomomo (pantano en lengua nativa) en el departamento de Pando, lugar húmedo y fangoso donde el transeúnte puede hundirse si camina desprevenido.

Los vecinos habían cavado allí un pauro, nombre que se da al pozo de agua o vertiente, de  donde se aprovisionaban del líquido elemento para el consumo diario. Una tarde, una mujer pandina acompañada de su hijo fue al pauro a recoger agua. Llenó su cántaro con agua y luego lo coloco sobre su cabeza y cuando se disponía a regresar su camino, su hijo extrañamente ya no iba a su lado, había desaparecido misteriosamente.

Lo busco por todos lados, la madre creyéndose víctima de una jugarreta del pequeño y al no encontrarlo, desesperada comenzó a gritarle por su nombre:

¡Isirereee! ¡Isirereee!

En principio no tuvo respuesta pero luego de un determinado tiempo, escucho que el niño contestaba aterrado, desde el fondo del yomomo.

¡Mamá! ¡Mamáaaa!

Y mientras, la madre más desesperada gritaba, la voz más se alejaba como si la persona fuera sumergiéndose más, hasta que llegó el momento en que se perdió la voz y cundió solo el silencio. Un terrible silencio…


De ese modo se formó la laguna, que es “un encanto”. Tiene por Jichi al niño que se llamaba Isirere. (leyendas de pando)

Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

miércoles, 30 de octubre de 2013

El Guajojo


Guajojó junto a su cría
En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado del todo, suele oírse de repente un sonido de larga como ondulante inflexión, agudo, vibrante, estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un gemido prolongado, que eleva el tono y la intensidad y se va apagando lentamente como se apaga la vibración de una cuerda.

Oírle empavorece y sobrecoge el ánimo, predisponiéndole al ondular de lúgubres pensamientos y al discurrir de ideas taciturnas. Se dice que han habido personas que quedaron con la razón en mengua y punto menos que extraviadas.

Se sabe que quien emite ese canto es un ave solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han visto, y esos pocos no aciertan a dar razones de cómo es y en donde anida. Refieren, eso sí, la leyenda que corre acerca de ella y data de tiempo antaños.
Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu y esta muchacha se enamoro de un joven de un estatus menor que de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.





Cierto día, el padre de la joven se entero de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin, por medio de engaños llevo al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesino al joven. 

Tras de experimentar la prolongada ausencia del amado, la joven cayó en las sospechas y fue en su búsqueda selva adentro. Al volver a casa con la dolorosa evidencia, increpó al padre entre sollozo y sollozo, amenazándole con dar aviso a la gente del pueblo sobre lo cometido.

El viejo hechicero la transformó al instante en ave nocturna, para que nadie supiera de lo ocurrido. Pero la voz de la infortunada pasó a la garganta del ave, y a través de ésta siguió en el inacabable lamento por la muerte del amado.

Tal es lo que referían los comarcanos sobre el origen del guajojó y su flébil canto de las noches selváticas.

Texto: Leyendas orientales