lunes, 2 de junio de 2025

Esse Eja: muere Agustin Mishaja Shajaó

Fallece Agustín Mishaja Shajaó, defensor del pueblo Ese Eja y protagonista del documental Candamo: La última selva sin hombres

Con profundo pesar, informan el fallecimiento de Agustín Mishaja Shajaó, destacado líder del pueblo Ese Eja, defensor de la Amazonía peruana y figura central del documental Candamo: La última selva sin hombres (1996). Su deceso ocurrió la mañana del lunes 2 de junio, a los 78 años de edad, en la comunidad nativa Infierno, ubicada en el departamento de Madre de Dios, tras enfrentar una grave infección.

Agustín Mishaja fue uno de los tres protagonistas del reconocido documental dirigido por Daniel Winitzky, que mostró por primera vez al mundo la majestuosidad de la zona del Candamo, una de las últimas selvas vírgenes del planeta.

La obra, filmada con el consentimiento y participación activa de la comunidad Ese Eja, se convirtió en un testimonio invaluable sobre la relación profunda entre los pueblos indígenas y su territorio ancestral.

Más allá de su aparición en el cine, Mishaja fue un sabio tradicional, guía espiritual y referente cultural, conocido por su conocimiento del bosque, sus habilidades como cazador y narrador, y su compromiso inquebrantable con la defensa de su territorio. Su legado perdura como un símbolo de la resistencia y sabiduría indígena en el corazón de la Amazonía.

El velorio se llevará a cabo en la comunidad nativa Infierno, donde familiares, amigos y miembros de su pueblo rendirán homenaje a su vida y trayectoria.

Desde diversos sectores de la sociedad civil, el mundo cultural y ambientalista, se ha expresado un profundo reconocimiento a su labor y una renovada llamada a proteger la Amazonía, causa por la que Agustín Mishaja dedicó su vida.

Texto y foto: Richard Ilimuri - Internet

domingo, 9 de marzo de 2025

Víctor Agustín Ugarte, el Maestro del fútbol boliviano

Víctor Agustín Ugarte, conocido como “El Tupiceño”, es considerado por especialistas, historiadores y aficionados
como el mejor futbolista boliviano de todos los tiempos. Su talento excepcional y su influencia en el desarrollo del fútbol nacional le valieron el apodo de “El Maestro”, una denominación que refleja la dimensión de su legado deportivo.

Nacido en Tupiza, Ugarte dio sus primeros pasos en el fútbol jugando con pelotas de trapo o de nailon. Realizó sus estudios en la escuelita 7 de Noviembre y comenzó su carrera deportiva en el club Huracán, combinando la práctica del fútbol con el trabajo en el taller de su tío. Su destacada evolución lo llevó, en 1947, a incorporarse al club Bolívar de La Paz, donde debutó oficialmente a los 21 años vistiendo la camiseta número 8.

Desde sus primeros partidos, Ugarte demostró condiciones técnicas sobresalientes: potente remate, notable dominio del balón y un efectivo juego aéreo. Estas cualidades motivaron su inmediata convocatoria a la Selección Boliviana ese mismo año. Su debut internacional se produjo en el Campeonato Sudamericano frente a Ecuador, selección anfitriona del torneo. El encuentro finalizó empatado 3 a 3, y el gol del empate fue convertido por Ugarte, marcando el inicio de una extensa y destacada trayectoria con el combinado nacional.

A partir de entonces, Ugarte se convirtió en una pieza fundamental de la selección, asumiendo la capitanía en múltiples ocasiones. Participó en los Campeonatos Sudamericanos de 1949, 1953, 1959 y 1963, consolidándose como la principal figura del equipo boliviano durante más de una década.

El punto culminante de su carrera llegó en 1963, cuando, a los 37 años, lideró a Bolivia en la conquista de su único título continental. En ese torneo, la selección obtuvo un empate y ganó todos los demás encuentros. En la final ante Brasil, Bolivia se impuso por 5 a 4, con dos goles de Ugarte, actuación que lo consagró definitivamente como una de las máximas leyendas del fútbol sudamericano.

Con 16 goles, Víctor Agustín Ugarte fue durante décadas el máximo goleador histórico de la Selección Boliviana, marca que recién fue superada por Joaquín Botero muchos años después.

Sus restos descansan actualmente en la ciudad de La Paz, mientras persiste el anhelo de que, en el futuro, sean trasladados a su natal Tupiza, como homenaje permanente a quien marcó una época en la historia del deporte boliviano.

Texto y foto: Richard Ilimuri - Internet

jueves, 6 de febrero de 2025

La Leyenda del Toro Fantasma de Sorata

Ilustracion
Hace muchos, muchos años, cuando las montañas hablaban con el viento y la tierra guardaba secretos antiguos, en las alturas de Sorata, al pie del majestuoso nevado Illampu, nació una leyenda que aún hoy se escucha entre los valles.

Los pobladores cuentan que, en las noches más silenciosas, cuando la luna llena ilumina los cerros o cuando el cielo se enciende con rayos y truenos, aparece un toro misterioso. No es un toro común: su cuerpo brilla como el oro y sus ojos parecen encenderse en la oscuridad. Por eso lo llaman el Toro Fantasma o el Toro de Oro.

Dicen que este toro no está hecho de carne y hueso, sino de luz y espíritu, y que fue enviado para cuidar los tesoros antiguos que los incas escondieron para protegerlos de los conquistadores. Estos tesoros no eran solo de oro, sino también de sabiduría y respeto por la naturaleza.

Cuando el toro camina, la tierra tiembla suavemente y su bramido profundo resuena como un eco en las montañas. Muchos curiosos, al ver su brillo, sienten el deseo de seguirlo, soñando con riquezas fáciles.

Pero la leyenda advierte algo muy importante:

quienes siguen al toro movidos por la avaricia, sin respeto ni humildad, se pierden en cuevas profundas, barrancos o caminos sin salida. El toro los guía hasta lugares peligrosos y, de pronto, desaparece, dejando solo el silencio y la oscuridad.

En otras versiones, se dice que el toro emerge de lagunas sagradas, cuidando el agua y la tierra, y que solo se deja ver para recordar a las personas que la naturaleza no debe ser explotada, sino respetada.

Por eso, los abuelos de Sorata enseñan a los niños que el Toro Fantasma no es un enemigo, sino un guardián. Su mensaje es claro:

la riqueza verdadera no está en el oro, sino en el respeto por los ancestros, la naturaleza y la comunidad.

Y así, cuando escuches un eco extraño en las montañas o veas un brillo dorado entre la neblina, recuerda esta leyenda…

porque quizá el Toro Fantasma de Sorata aún sigue cuidando los secretos de la tierra.

Texto y foto: Richard Ilimuri