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| La fiesta de los jóvenes, del enamoramiento y del reencuentro con la alegría |
Cochabamba,
Bolivia.
Con el cierre de
la festividad de Todos Santos, cuando el recuerdo de los difuntos aún permanece
vivo en la memoria colectiva, en los valles cochabambinos se da paso a una de
las expresiones culturales más singulares y simbólicas de la región: la
wallunk’a, un ritual que celebra la vida, el amor y la fertilidad bajo la
protección de los ancestros.
La wallunk’a es
mucho más que un columpio gigante. Es el escenario donde nacen nuevas
relaciones entre jóvenes, en un tiempo considerado fértil y propicio para
construir vínculos estables, felices y prósperos. Según la tradición, estas
uniones cuentan con la bendición de quienes ya partieron, estableciendo un
puente entre la vida y la muerte, entre el pasado y el futuro.
Las wallunk’as
tradicionales se arman cada domingo del mes de noviembre, inmediatamente
después de Todos Santos, aunque en algunas comunidades permanecen activas hasta
febrero. Consisten en enormes columpios instalados en espacios abiertos, que se
convierten en el centro de reunión y celebración juvenil.
Durante la
festividad, mujeres jóvenes y solteras se suben al columpio, mientras dos varones
impulsan las cuerdas con fuerza y ritmo. Al compás de la música valluna —única
y característica de esta tradición— la joven debe esforzarse por alcanzar
canastas premiadas colgadas al frente y detrás del columpio, demostrando
destreza, gracia y equilibrio.
La música y las
coplas cumplen un rol fundamental. Estas deben ser creativas, originales y
respetuosas, dedicadas al tiempo de Todos Santos, evocando a los difuntos y a
los seres queridos que ya no están. La tradición establece claramente que no deben
incurrir en insultos procaces, alusiones sexuales ni humillaciones hacia la
mujer, preservando así el carácter ritual y comunitario de la fiesta.
Una vez concluido
Todos Santos —festividad que honra a la muerte— comienza la fiesta de las
wallunk’as, la fiesta de los jóvenes, del enamoramiento y del reencuentro con
la alegría. Los columpios simbolizan el movimiento, la renovación y la
continuidad de la vida.
Texo y foto: Richard Ilimuri
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