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Un hombre revisa su lavadero |
Territorios en los municipios de Guanay y Teoponte, al norte
de la Paz, desatan enfrentamientos entre grupos de comunarios y mineros.
Mientras esto ocurre, los ríos y arroyos de la Amazonía Boliviana son afectadas por el
excesivo vertimiento de mercurio.
Hace 15 años Pedro Espinoza, ex minero, decidió dejar atrás
la minería del oro y mudarse a vivir en medio de un bosque en la zona de Lliquimuni, a orillas del río Kaka, norte del departamento de La Paz. Era el
año 2001, Pedro tenía entonces 60 años y llegaba con las esperanzas puestas en
su nueva vida en armonía con el bosque, alejado de las dragas, los jefes y el mercurio. Su plan era dedicarse a la agricultura, criar pollos, algunas vacas y sembrar
árboles frutales a modo de subsistencia.
recuerda cómo era su vida antes de llegar a Lliquimuni ¿Cómo era la minería del oro antes?
─Yo comencé a trabajar en minería en 1980, antes trabajaba
en las minas del municipio de Tipuani. Entonces la explotación era rústica,
primero trabajábamos con cuadros (explotación de una porción del río). Después
en el 82 se comenzó a trabajar con mecanización (palas retroexcavadoras y
vibradores). Ahora es más con azogue (mercurio) que permite recuperar el polvo
de oro.
¿Y qué pasa con el mercurio que usan?
─Eso lamentablemente luego se lo echa al agua y es dañino.
El ex minero no imaginó que tendría que lidiar con el mismo
problema en su nuevo hogar. ¿Y cómo está afectando a la zona?
─Antes en estos tiempos en este río (Kaka) había una
gran cantidad de peces, pescaba sábalos, surubís y bagre ahora no. Yo tengo mis mallas y ya no estoy sacando
nada. Se lamenta.
La crisis económica mundial de 2008 generó una nueva fiebre
por la minería aurífera en los países amazónicos. Esto ocasionó una subida del
precio del oro, un crecimiento de la demanda global y un incremento de la
minería en la Amazonia Boliviana.
Mercurio un enemigo
que necesita ser estudiado
El mercurio es utilizado para aumentar la recuperación del
oro, el mismo se une al metal formando una amalgama pesada que hace posible la
recolección de las pequeñas partículas de oro en el agua. Cuando el mercurio
utilizado en el proceso es derramado en las aguas se transforma en
metilmercurio, un compuesto altamente tóxico que es asimilado por las
poblaciones de peces.
Al consumir peces u otros alimentos contaminados por
metilmercurio este ingresa fácilmente en la corriente sanguínea y pasa
rápidamente a otras partes del cuerpo (cerca del 95 % es absorbido). Si este
metilmercurio ingresa en la sangre de una mujer embarazada se trasladará
fácilmente a la sangre del niño en desarrollo y de allí hacia su cerebro y
otros tejidos, produciendo daños en el sistema nervioso del feto.
Según el último reporte del Global Mercury Assessment
publicado en el 2013 y elaborado para el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA), en Bolivia se habrían derramado 55 toneladas de
mercurio en las aguas y suelos el año 2012. Este mismo reporte ha definido al
mercurio como “una amenaza global para la salud humana y ambiental”.
Las cifras del PNUMA también afirman que en Bolivia se
habría emitido y descargado alrededor de 100 toneladas al año de mercurio
ambientalmente contaminante, de un total mundial de 1707 toneladas en 2010 o de
1607 en 2011. Esto significa que Bolivia es responsable del 6 % de todo el
mercurio arrojado antropogénicamente al medio ambiente y por causa de la
minería del oro.
Ricardo Calla Ortega, sociólogo y antropólogo boliviano,
señaló en una publicación para el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral
y Agrario (CEDLA) que la única referencia nombrada sobre los impactos
ambientales del mercurio en la Amazonia Boliviana ha sido realizada el año 1992
por el doctorado en química Justo P. Zapata y un equipo multidisciplinario de
13 especialistas en la Región de Nueva Esperanza, Araras, del departamento de
Pando. El estudio concluyó entonces que, la contaminación mercurial está
afectando a la población piscícola y, probablemente, también a la población humana
que se alimenta de peces […] específicamente, la carne de pescado para consumo
humano debería tener menos de 200 partículas por billón (ppb) de mercurio
(según normas de la OMS), […] valores que están por debajo de los promedios de
575 ppb y 799 ppb obtenidos en las dos épocas (seca y de lluvias) de
realización de este estudio”.
El Estudio marca además, que se encontraron valores mucho
más elevados de mercurio “en el Pacú
(Colossoma macropomun) y el Surubí (Pseudoplastystoma fasciatum), colectados en
el municipio de Trinidad, sobre el río Mamoré, Departamento del Beni, de 2.185
y 2.109 ppb, respectivamente”. Ninguna otra investigación en profundidad se ha
realizado desde entonces sobre el oro y el mercurio en ninguna de las zonas o
sub áreas de la Amazonia Boliviana.
“La hipótesis de que
la contaminación piscícola en la subregión podría haber empeorado a raíz del
más reciente auge internacional de los precios del oro es plausible y una
investigación seria es de urgencia”, señala Calla Ortega.
Minería una amenaza
para la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas
Dejamos atrás Lliquimuni. Navegamos ahora a través del río
Kaka y nos aproximarnos a las aguas del río Beni. En Bolivia la denominada
“ruta del oro” se extiende por unos 350 kilómetros, comienza en la región de
los Yungas y se extiende hacia los municipios del trópico paceño de Tipuani,
Guanay y Teoponte. Llegamos finalmente al imponente Cañón de El Beo, “ya
estamos en el territorio de la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas”, nos comenta
Herminio Vies, quien era entonces uno de los guardaparques de esta reserva
natural.
Herminio Vies pertenece al pueblo indígena Tsimane, mas conocido como “Mindo”, es nacido en la comunidad Asunción del Quiquibey, una comunidad
indígena del pueblo Tsimane que se encuentra en la Reserva de la Biósfera y
Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas, a orillas del río Quiquibey. Allí de
pequeño sus padres le inculcaron el respeto y valor por la naturaleza, lo que
se convirtió en una de sus motivaciones para convertirse en guardaparques. “Ser
guarda parques no es nada fácil, a veces en los patrullajes nos enfrentamos a
situaciones de riesgo, como encuentros con infractores (cazadores furtivos y
madereros ilegales) que están armados”, comenta Vies.
Delante de nosotros observamos dos botes y un motor en medio
del río. “Cuidado parecen mineros ilegales”, grita Hermindo. En el otro
extremo del bote Gabriel Buchapi, el jefe del equipo de protección de
guardaparques de la Reserva nos recomienda esperar un rato antes de descender,
“uno nunca sabe con quienes se puede topar”, nos alerta. De repente un hombre
se aproxima nervioso hacia nosotros, mientras otro lo espera a unos pocos
metros junto a una mujer y un niño.
─Están dentro del territorio de la Reserva de la Biósfera
Pilón Lajas, es un área protegida de Bolivia. Ustedes no pueden buscar oro aquí, les dice Gabriel Buchapi a los mineros.
─ También somos bolivianos y tenemos derecho al trabajo, los otros compañeros de la comunidad están lavando oro más arriba del río.
Por eso nos vinimos aquí, si es necesario sacar algún permiso lo vamos a
solicitar a las oficinas del Parque ─responde el minero.
─ No se lo van a dar señor, esta es un área protegida además es la zona de protección estricta de la reserva, allá en frente nuestro
tenemos también otra área protegida, el Parque Madidi. ¡Ustedes están
cometiendo una infracción! ¿Por qué mejor no buscan oro en otro lugar? ─
responde un tanto molesto Buchapi.
─Está bien, nos vamos a retirar ─dice el minero sin generar
mayor discusión.
Mientras eso ocurre, Román Michó, otro de los guardaparques
que nos acompaña, anota sus nombres en una libreta para sentar la denuncia por
infracción al Reglamento General de Áreas Protegidas.
Henry Apuri y la
defensa de su territorio
Henry Apuri es de origen Leco, una de las 36 etnias
indígenas que reconoce la Constitución Boliviana. Él mismo se autodenomina como
“el indio caminante del cielo”. Sus últimos días no han sido los mejores, Henry
y su familia están enfrentados con la cooperativa Unión Teoponte, que opera en
el municipio de Teoponte, en La Paz.
“Antes los huecos estaban a 400 metros sobre la orilla del
río y no me afectaban, pero ahora están a escasos 20 metros de mi casa, son
como 50 a 60 personas que están desmontando árboles y han abierto un enorme
cráter detrás de mi inmueble, y su forma de trabajar es en base al
amedrentamiento. Esta cooperativa no tiene ficha ambiental ni documentos
legales y siguen operando ilícitamente”, señala Apuri, quien teme un
enfrentamiento.
FERRECO
Según la Federación Regional de Cooperativas Mineras
Auríferas, en Bolivia existen 1700 cooperativas mineras de las cuales el 65,
alrededor de 1100, se dedican a la explotación del oro. El 35 restante extrae
otros minerales como el estaño, el wólfram, la plata, el plomo y el antimonio
en las regiones de Potosí, Oruro y Cochabamba. De las 1100 que se dedican a la
explotación de oro, el 91 (1.00) opera en los municipios del norte del
departamento de La Paz, convirtiéndose en el principal productor de este metal
en el país con ingresos que bordean los 5,1 millones de dólares, según el
Servicio Nacional de Información sobre Comercialización y Exportaciones Mineras
(SENACOM). El año 2014 la producción nacional batió un récord, llegando a las
34 toneladas, según el Servicio Nacional de Registro y Control de la
Comercialización de Minerales y Metales (SENARECOM).
En el estudio “las rutas del oro ilegal” de la Sociedad
Peruana de Derecho Ambiental (que analiza cinco casos en la Amazonía) determina
que la nueva Ley de Minería N°535 de Bolivia, promulgada el 28 de mayo de 2014,
si bien define la explotación y comercialización ilegal de recursos minerales
como aquella que se “realizare sin contar con la autorización o derecho
otorgado […]”—actividades sujetas a sanciones que incluyen la detención,
incautación y/o destrucción de la maquinaría empleada, e inicio de acciones
penales—, existen otras disposiciones que alientan la toma y posesión ilegal de
predios con fines de explotación minera.
Esto se observa en el artículo 128 de la mencionada norma
donde entre los requisitos para obtener licencia de prospección y exploración
están el contar con personalidad jurídica o únicamente el certificado de
tramitación de la misma.
¿Acaso es un delito defender la flora y fauna? ¿Acaso es un
delito querer regresar a la tierra que nos vio nacer? Al parecer sí, es un
delito para aquellos que ven tu regreso como amenaza e impedimento para poder
saciar su sed de ambición”, comenta Mabel Poma, esposa de Henry Apuri, mientras
indica que su esposo se ha convertido en un obstáculo para los mineros del oro
en Teoponte.
En el mes de julio recibí la noticia que la propiedad de
Pedro Espinoza en Lliquimuni fue avasallada por mineros quienes ingresaron con
maquinaria pesada y comenzaron a desmontar los bosques que él estuvo cuidando
los últimos 15 años.
El dolor de Pedro ahora es moral, y siente bronca y desazón
por los efectos que le está ocasionando la fiebre del oro.
Texto y foto: Internet -Richard Ilimuri