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miércoles, 1 de marzo de 2017

La protección de los pueblos indígenas es clave para salvar al mundo

Grupo de hombres de la etnia Waorani Ecuador,
navegando en canoa 
Las comunidades indígenas del mundo necesitan tener un rol más importante en la estabilización del clima, de acuerdo con un nuevo estudio que muestra que al menos un cuarto del carbono de los bosques se almacena en tierras de estas comunidades, particularmente en Brasil.


La investigación, de un grupo de instituciones académicas y ONG medioambientales, es el esfuerzo más completo que se ha hecho hasta el momento en cuantificar la contribución de los guardianes tradicionales de la selva para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los autores explican que, en términos de costo-beneficio, la expansión de los derechos de las tierras tribales es la mejor manera de proteger las selvas y secuestrar el carbono –un tema que se espera que obtenga gran importancia en la próxima conferencia sobre el clima de las Naciones Unidas, que tendrá lugar en Marrakech (Marruecos).

El informe, de las instituciones Rights and Resources Initiative, Woods Hole Research Centre y World Resources Institute, pretende animar a los gobiernos a que reconozcan los derechos de las tierras indígenas e incluyan una participación tribal en los planes nacionales de acción. Actualmente este no es el caso de 167 naciones de las 188 que participan del acuerdo de París, incluyendo a Indonesia y la República Democrática del Congo, que son el hogar de algunas de las selvas más grandes del mundo.

También es probable entrar en un creciente debate en Brasil, que ha ganado prestigio por reconocer más tierras indígenas que cualquier otro país en las décadas pasadas, pero que actualmente está bajo un nuevo gobierno que, en términos climáticos, aún está siendo observado en el contexto del diálogo internacional.

El estudio, basado en sondeos satelitales de 37 países tropicales, estima que las tierras pertenecientes a los indígenas secuestran al menos 54,54 toneladas de carbono –aproximadamente cuatro veces la cantidad emitida globalmente al año.

Un décimo de ese territorio es de dominio público, no reconocido o en pugna. Esto aumenta el riesgo de que las tierras caigan en manos de constructoras, agricultores u otras entidades que podrían querer devastar la selva con el fin de obtener ganancias a corto plazo, con costos ambientales de largo plazo.

Los autores están de acuerdo en que hay un beneficio económico mayor al dejar que la propiedad esté en manos de sus habitantes tradicionales, y en que al fortalecer sus derechos de posesión, se protegerá la tierra.

Alain Frechette, investigador de Rights and Resources y uno de los autores del informe, urge a los gobiernos nacionales y a los negociadores para que hagan de las comunidades indígenas una parte más central de sus políticas sobre el clima.

“Cuando las comunidades que viven en su ambiente tradicional tienen asegurados sus derechos, no sólo las selvas están mejor protegidas, sino también las comunidades. Es lo que los economistas llaman un solución óptima. Todos ganan”, dice Frechette. “En contraste, el desarrollo a gran escala produce ganancias, pero los costos medioambientales, económicos y políticos de largo plazo no son tomados en cuenta, sino que sólo son postergados [y entregados] a las generaciones futuras”.
Mujer de la amazonia del Perú
Las selvas reducen el carbono del planeta en un 20 a 30 por ciento, además de ofrecer beneficios como agua fresca, polinización, biodiversidad, control de inundaciones y atracciones turísticas. Se estima que estas últimas significarán ganancias de 523 a 1.165 mil millones de dólares en Brasil, 54 a 119 mil millones en Bolivia y 123 a 277 mil millones en Colombia durante los próximos 20 años.


Los datos muestran que la región más importante es América Latina, donde el 58% de las emisiones se originan en la deforestación. Esta cifra es más del doble de la tasa mundial de 24% (por la misma causa). Sin protección, el carbono que se libere podría ser mucho más.

Desde que empezaron a expandir considerablemente sus tierras indígenas en 2003, Brasil –y más tarde Bolivia y Colombia– han iniciado un camino de reducción de la deforestación. World Research Institute estima que sin esta protección, las selvas tropicales eran dos o tres veces más propensas a ser arrasadas.

Pero en los años recientes, la deforestación en Brasil volvió a aumentar gradualmente, y muchos medioambientalistas están preocupados de que la administración del nuevo gobierno de centro derecha de Michel Temer, acelere esta tendencia. Desde que la derecha sacó a la presidenta Dilma Rousseff de su cargo en septiembre, el nuevo gobierno ha cortado el presupuesto para la Fundación Nacional del Indio (Funai) y ha removido a gran parte del personal de la institución.

“Aún hay tiempo para hacer algo importante”, dice a The Guardian Paulo Moutinho, director del Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonía (IPAM). “El mundo espera una acción fuerte de parte de Brasil. Sería lindo consolidar y expandir las áreas protegidas, de otro modo será imposible lograr lo que le prometimos al mundo”, concluye Moutinho.
Artículo original en The Guardian

Traducción, El Ciudadano
Texto y foto: Internet - Richard Ilimuri

viernes, 2 de julio de 2010

Los Araonas

Chanito Matahua Huari,
  indígena araona
Estuvieron asentados cientos de años en la Amazonía boliviana: dominaron los ríos amazónicos, fueron guías de los de los industriales del caucho y paradójicamente estos los esclavizaron, luego los expulsaron de sus tierras; los que escaparon vivieron como nómadas en los territorios de Pando, Beni y el norte La Paz.

Este grupo indígena también tubo presencia en regiones colindantes con el país (Brasil y Perú), según se dice: El rasgo más destacable de los Araonas es su respeto casi sagrado sobre su espacio circundante y natural; se ha advertido la presencia de unos árboles en los cuales, según ellos vivirían al espíritu de la selva.

Los araonas aseguran que esta suerte de tótems atesoran los espíritus de sus antepasados protectores, los cuales permiten equilibrar la explotación de la tierra o les ocasionaría algunos males; incluso la muerte.

La mujer araona tiene mucha incidencia en la economía pero no así en lo político ni religioso hasta hace algunas décadas aún existían las familias, en las que el hombre tenía el derecho de tener dos, tres o cuatro mujeres.

En el Perú; parque Nacional Manú (que significa río en lengua originaria), es un atractivo natural que en los últimos años logró un interesante impulso turístico, lo que no necesariamente favorece a las tribus, que generalmente tienden a dispersarse y desaparecer ante la expansión de la civilización.
Los Araonas, tienen su
 espacio natura
l

Según estudios a cerca de la cultura en el año 2004 solo quedaban 97 integrantes identificados. Cuentan que los araonas se redujeron tanto a consecuencia del genocidio y el etnocidio, en la época de la fiebre del caucho, a finales del siglo XIX, que ocasionó grandes matanzas y la migración de los araonas desde Pando al norte de La Paz.

Chanito, primer
asambleísta
 
En una visita que hizo en matutino El Deber de Santa Cruz a la tribu araona, Chanana Matahua mueve las manos en señal de escasez, cuando le preguntaron, si durante su juventud había mujeres en la tribu.

Expertos coinciden que la falta de mujeres en esta etnia es la gran causante para que esta etnia este condenada a la desaparición.

El actual capitán grande araona, Pale Huashima es una prueba de este fenómeno, afirmando que sus padres son hermanos y afirmando la desesperación que causa uniones dentro de las familias.

Actualmente según datos hay 32 mujeres y 30 hombres adultos, pero varios de los varones siguen practicando la poligamia y eso ocasiona que algunos se queden sin pareja y sin descendencia, situación que ha creado disputas y amenazas de muerte entre ellos.

DATOS

REGIÓN: Amazónica.

DEPARTAMENTO: La Paz

PROVINCIA: Iturralde

MUNICIPIO: Ixiamas

COMUNIDAD: Puerto Arjona

IDIOMA: Tacana

ACTIVIDAD PRINCIPAL: Recolección forestal, caza y pesca

PRODUCTOS: Castaña, caucho, madera y frutas.

 VÍAS DE ACCESO: Aéreo, fluvial

HABITANTES: 97 (pero se espera el censo INE 2012) 


Texto y foto: Richard Ilimuri