martes, 1 de octubre de 2024

Potosi del pasado

Conocer a Potosí en su pasado porque tiene mucha historia desde antes de la conquista, en la colonia, y luego en la república naciente que formo parte de Bolivia.

Esta ciudad no solo era de historia, sino también de cultura, arte, música.

Y todo lo que sea referente  Potosi del pasado y del presente.

En razón de que la Villa de Potosí, nació en un espacio libre de cualquier asentamiento humano, donde no existía más que ciénagas, paja brava, quéñua y alguna que otra planta silvestre, fue a partir del 1ro de abril de 1545 cuando se dio paso al nacimiento de este poblado que, en principio no era más que un simple asiento minero, como consecuencia de la explotación de las primeras vetas de plata descubiertas en el Cerro Hermoso.

El agua provenía de dos fuentes con una la denominada pileta Pichincha que alimentaba a los pilones de la calle Hoyos hasta la plaza principal y la segunda pileta alimentaba la red de la Caja de agua de plaza Sucre, San Juan.

Potosí fué una de las primeras ciudades virreynales que contó con provisión de agua potable por red de tuberías a piletas públicos. Y la acumulación de agua fué en 36 lagunas del Karikari. Para poner en movimiento el sistema industrial de ingenios.

Entonces las primeras casas levantadas en esta altitud andina eran del todo sencillas y arremolinadas en desorden. Casas levantadas sobre suelo húmedo.

 En estos sitios de tierra dura junto a lodazales, quedaron asentados piedras de formas diferentes, que sirvieron de cimientos para sostener las paredes de una y otra vivienda. Paredes que fueron levantadas con piedra, masa de tierra húmeda mezclada con paja brava, sin recibir revoque alguno. Viviendas con techos que eran cubiertos con ramas de quéñua trenzada, barro y paja sobre troncos mal formados procedentes de lugares cercanos al Cerro Rico.

 Aquellas primeras casas construidas en las faldas de la pirámide argentífera a partir de 1545, casi eran similares a las viviendas de los aborígenes kantumarkas; casas que apenas podían servir de una simple posada para descanso de españoles, al margen de otras viviendas destinadas a los indígenas.

De esta forma la Villa Imperial de Carlos V, creció vertiginosamente como ninguna otra ciudad americana. Y por la llegada a Potosí de cientos y cientos de forasteros europeos y originarios del antiguo imperio del Tahuantinsuyo, la construcción de casas era igualmente una fiebre, lo que motivó al trabajo de miles de ladrillos de arcilla y tejas de barro cocido, con destino a las arquerías, bóvedas, dinteles y techos.

Texto y foto: Richard Ilimuri-Internet