Poco bara chiñor, poco bara chiñor"
La limpieza étnica y el exterminio de pueblos enteros en América no termino en la época colonial... siguió y sigue en América de diversas y perversas manerasArreados como ganado, sobre el final de la mal
llamada Conquista del Desierto, el
Ejercito formó un campamento en Valcheta, que más bien fue un campo de concentración. Por ahí paso el colono galés John Daniel
Evans, quien recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se
encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por
alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de
reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos
aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento,
intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés:
poco bara chiñor, poco bara chiñor” (un poco de pan señor).
Sigue Evans: "los indios tehuelches durante el
verano se instalaban en los valles de la cordillera con sus toldos y su ganado;
entrado el otoño levantaban campamento y se situaban cerca de GLYN DU a la vera
del Río Chubut, es aquí donde frecuento al hermano el desierto que tantas
destrezas me enseñó y en especial recuerdo a mi amigo hijo de una de las
mujeres de Wisel. Al principio no lo reconocí pero al verlo correr a lo largo
del alambre con insistencia gritando
BARA BARA, me detuve cuando lo ubiqué. Era mi amigo de la infancia, mi hermano del desierto, que tanto pan habíamos
compartido. Este hecho llenó de angustia y pena mi corazón, me sentía inútil,
sentía que no podía hacer nada para aliviar su hambre, su falta de libertad, su
exilio, el destierro eterno luego de haber sido el dueño y señor de las
extensiones patagónicas y estar reducidos en este pequeño predio. Para poder
verlo y teniendo la esperanza sacarlo le pagué al guarda con el dinero que mi
madre me prestó para comprarme un poncho, el guarda se quedó con el dinero y no
me lo entregó, sí pude darle algunos alimentos que no solucionarían la
cuestión. Tiempo más tarde regresé por él, con dinero suficiente dispuesto a
sacarlo por cualquier precio, y llevarlo a casa, pero no me pudo esperar, murió
de pena al poco tiempo de mi paso por Valcheta.”
Del libro "John Daniel Evans, El Molinero" de
Clery A. Evans.